Anna Roca (Banyoles, 1959) es una figura destacada en el campo de la geografía y la consultoría agroalimentaria en Catalunya. Con raíces en una familia de carniceros, fraguó desde pequeña una vinculación especial con la tierra y sus ciclos, una fascinación que la impulsó a estudiar Geografía en la Universidad Autónoma de Barcelona. Esta elección fortaleció su compromiso con el campesinado y el mundo rural, una devoción que ha perdurado a lo largo de los años.
Después de ejercer varios cargos de responsabilidad, como responsable del Servicio de Documentación de la Cámara Agraria de Girona y miembro del comité técnico-científico de la Fundación Agroterritori, Anna ha consolidado su carrera como profesora en el Departamento de Geografía de la Universidad de Girona y como consultora en iniciativas de dinamización agroalimentaria. Su participación en el programa BCN Smart Rural la ha llevado a coescribir varias publicaciones relevantes, como "Alimentamos Barcelona" y "Nuevo campesinado", y pronto publicará "Territorio artesano", una guía práctica para facilitar la creación de obradores compartidos y pequeños mataderos de iniciativa local que verá próximamente la luz gracias al apoyo de la Diputación de Barcelona. Además, es coautora, junto con Pau Clua, Maria Nicolau y María José Valiente, de “Viva la tierra” (Rosa dels Vents, 2022), una obra de gran interés para personas que deseen cultivar, cocinar o consumir de manera responsable los productos de Catalunya.
La pasión de Anna Roca por descifrar las complejidades del sistema alimentario y su afán por colaborar en proyectos que promueven un modelo alimentario más sostenible e inclusivo, la han convertido en una voz muy respetada dentro y fuera del ámbito académico. En esta conversación nos invita a explorar su universo mientras reflexiona sobre los desafíos y las oportunidades del sector agroalimentario del territorio.
¿Qué te impulsó a especializarte en geografía y consultoría agroalimentaria y qué te inspira a colaborar en proyectos para conseguir un modelo alimentario más sostenible e inclusivo?
La agricultura siempre ha sido un eje central en mi carrera. Durante mis estudios de Geografía, me cautivó la teoría de sistemas del geógrafo alemán Walter Christaller, que describe la distribución de las actividades agrícolas en formas hexagonales y en base a variables como la demografía, la distancia, la rentabilidad y los costes. Más adelante, profundicé en la teoría y práctica de la Política Agrícola Común (PAC), realizando diversos proyectos de investigación. Estudié cómo la aplicación de las políticas agrarias a nivel local ha provocado cambios irreversibles en los modelos de pequeñas y medianas empresas agroalimentarias, que tienen un rol esencial y estratégico por el territorio. El campo se ha convertido en un gran negocio y esto ha tenido un impacto significativo en las empresas familiares tradicionales, que o bien se han adaptado diversificando su producción y comercialización, o han desaparecido.
«El campo se ha convertido en un gran negocio y esto ha tenido un impacto significativo en las empresas familiares tradicionales, que o bien se han adaptado diversificando su producción y comercialización, o bien han desaparecido» Anna Roca
¿De qué manera crees que tu formación académica y tus experiencias previas han impactado tu visión sobre la interrelación entre la alimentación, el medio ambiente y la sociedad? ¿Qué valores personales crees que han sido fundamentales en tu desarrollo profesional y compromiso con proyectos como BCN Smart Rural?
El trabajo de campo me ha permitido conectar directamente con la realidad de la tierra y las personas que la cultivan, obteniendo información y relatos de primera mano. Esta interacción directa resulta esencial para comprender las relaciones entre la sociedad y el entorno. Pisando el territorio he podido descubrir que, pese a la fragmentación de las actividades agrarias, la cooperación y la búsqueda de alianzas son elementos que definen el tejido comunitario. No cabe duda de que las personas somos el producto de numerosas interacciones y, en mi caso, profundizar en la conexión entre los alimentos, el territorio y la sociedad me ha servido para entender la estructura, las relaciones y las dinámicas de nuestro entorno.
¿Hay alguna persona que haya tenido un impacto especialmente significativo en tu carrera?
A lo largo de mi trayectoria, me han marcado muchas personas, desde profesores como Helena Estalella en Geografía Rural, hasta profesionales de los sectores agrario y pesquero que combinan su labor diaria con el activismo. Gracias a mi profesión, he tenido el privilegio de poder entrevistar a muchas personas que trabajan con discreción y pasión, aunque quizás no reciben el reconocimiento que se merecen. De ellas he aprendido valores como la paciencia, el compromiso y la ilusión por el trabajo bien hecho. Escoger una sola persona es un reto, pero quizá destacaría a Josep Ramírez, un ganadero de ovejas al que entrevisté durante la redacción del libro “Viva la tierra”. Me impactó su capacidad para revitalizar la Asociación de Ganaderos y Agricultores del Montseny y reabrir el matadero local con el objetivo de promover la venta directa en tiendas de proximidad. La determinación de Josep ante numerosos obstáculos reforzó mi compromiso con el desarrollo sostenible de la agricultura y la promoción de una alimentación de proximidad.
En tu labor como consultora agroalimentaria, has contribuido de forma decisiva al desarrollo de la Red de Obradores Compartidos que promueve la Diputación de Barcelona. De hecho, eres una de las protagonistas del cortometraje “Territorio artesano”, que presenta los equipamientos colectivos de ámbito supramunicipal que impulsa la corporación con el objetivo de dar servicio a los jóvenes emprendedores del sector agroalimentario. ¿Podrías explicarnos qué es un obrador compartido?
Un obrador compartido es un equipamiento dedicado a la transformación y elaboración de productos agrarios para convertirlos en alimentos. Son instalaciones especializadas en elaboraciones específicas, ya sea la producción de galletas, quesos, vino, derivados de la carne, etc. Las personas que trabajan en ellos comparten unos valores comunes y una complicidad que les permite colaborar en proyectos conjuntos.
«Las personas que trabajan en los obradores compartidos comparten unos valores comunes y una complicidad que les permite colaborar en proyectos conjuntos» Anna Roca
¿Qué ventajas ofrece un obrador compartido en comparación con un obrador unipersonal o empresarial?
Los obradores compartidos no sólo permiten la transformación individual de los productos como en un obrador convencional, sino que también posibilita la cooperación en otros ámbitos. Además, los obradores compartidos aportan valores como la complicidad, la confianza, el compañerismo y el sentido de comunidad. Estos principios, que antes podrían considerarse parte de la economía informal o de la buena vecindad, ahora se convierten en elementos clave para el emprendimiento y el desarrollo de los proyectos agroalimentarios. Además, el objetivo de un obrador compartido no es sólo su actividad de elaboración específica, sino también la capacidad de generar sinergias y favorecer el surgimiento de nuevos proyectos por parte de la juventud del territorio.
Por tanto, ¿podríamos decir que es un tipo de equipamientos que beneficia no sólo a la persona que lo utiliza, sino que también enriquece el territorio?
Exactamente. Estos espacios impulsan otras actividades y esto es crucial para incrementar el dinamismo agroalimentario en las zonas rurales. Esta dinamización permite desarrollar nuevas ideas y proyectos, incentivando la creatividad y el emprendimiento. Así, a partir de ideas sencillas, se pueden generar colectivamente otros proyectos que impacten de forma positiva en el territorio y en la vida de los jóvenes.
«A partir de ideas sencillas se pueden generar colectivamente otros proyectos que impacten de manera positiva en el territorio y en la vida de los jóvenes» Anna Roca
¿Cuál es la situación actual de los obradores compartidos en Catalunya? ¿Hay suficientes en el territorio?
Actualmente, en Catalunya, existen una veintena de obradores compartidos, y muchos de ellos se encuentran en una fase inicial de desarrollo. Sin embargo, su implementación avanza a buen ritmo, ya que cada vez hay mayor interés y apoyo por parte de la administración y la sociedad. Cabe recordar que no se trata simplemente de crear obradores de forma masiva, sino de consolidarlos e integrarlos en el territorio, adaptándolos a sus circunstancias particulares y potenciando su relación con la producción local.
¿Podrías destacar alguno de estos obradores compartidos?
Cada uno de los obradores tiene su propia singularidad y valor, pero si tuviera que destacar uno, sería el de Concactiva, el pionero en este ámbito. Creado en 2007, este vivero de bodegas ofrece un espacio donde los emprendedores pueden aprender y desarrollar sus proyectos con apoyo y asesoramiento. Una vez consolidado el proyecto, los participantes están preparados para emprender su camino de manera independiente, que es la finalidad última de todo obrador compartido.
¿Qué otros obradores destacarías?
Otros ejemplos interesantes son el de Tagamanent, que ha prosperado gracias al apoyo de la administración local, y el de Espigoladors, en el Parque Agrario del Bajo Llobregat, un proyecto innovador que transforma los excedentes agrarios en productos de valor añadido. También cabe mencionar el obrador compartido de la Cooperativa Tres Cadires, en Arbeca, que no sólo elabora vinos y licores, sino que también prioriza la divulgación y el acompañamiento a los productores locales, y el de Ecocentral, que a pesar de ser de iniciativa privada, ofrece un espacio para que el campesinado pueda llevar a cabo sus transformaciones. Cada equipamiento, además de promover la elaboración de productos alimenticios específicos, puede contribuir a la promoción del territorio y al fomento de la identidad local mediante la divulgación, colaboración o creación de sellos de identificación geográfica, entre otros.
¿Crees que los obradores compartidos promueven un cambio de modelo alimentario más saludable y de mayor calidad?
En efecto, los obradores compartidos son parte integral de un nuevo modelo agroalimentario, que se desmarca del modelo tradicional agresivo con el medio ambiente y basado en la producción masiva. Estos espacios se alinean con la alternativa propuesta por la Unión Europea, donde la alimentación no sólo se considera en términos de consumo, sino también como sinónimo de salud, justicia y equidad. El Pacto Verde Europeo, iniciado en 2019, representa un avance significativo en esta dirección, e incluye estrategias como "Del Campo a la Mesa", que promueven una producción más ecológica, priorizan las prácticas agroecológicos y fomentan la revalorización de los productos locales. Es un cambio de paradigma que se opone a las dinámicas de producción masiva, como las observadas en la producción lechera, y que busca valorizar los recursos locales de forma sostenible y responsable.
«Los obradores compartidos son parte integral de un nuevo modelo agroalimentario, que se desmarca del modelo tradicional agresivo con el medio ambiente y basado en la producción masiva» Anna Roca
A la hora de potenciar la transición hacia un modelo alimenticio más sostenible, saludable y cercano, otros equipamientos muy importantes son los mataderos compartidos. ¿Qué son exactamente y en qué se diferencian de los grandes mataderos industriales?
Los mataderos compartidos son instalaciones de baja capacidad y muy diferentes a los grandes mataderos agroindustriales. En vez de centrarse en la producción masiva, estas instalaciones trabajan menos días a la semana, procesan menos animales y fomentan la colaboración entre ganaderos y carniceros locales. En el pasado, los mataderos municipales surgieron como respuesta a normativas que obligaban a los pueblos a tener sus propios mataderos para abastecer de carne a la población local. Pero, con el tiempo, muchos de estos mataderos han cerrado a causa de normativas más estrictas de higiene y seguridad alimentaria. Hoy en día, en Catalunya, tenemos unos cuarenta mataderos, todos de titularidad municipal, y pocos compartidos. Sin embargo, juegan un papel vital en la sostenibilidad de los ganaderos locales, ya que reducen la necesidad de transportar a los animales largas distancias para ser sacrificados, disminuyendo los costes de producción y mejorando el bienestar animal.
«Los mataderos municipales juegan un papel vital en la sostenibilidad de los ganaderos locales» Anna Roca
Entre los mataderos de baja capacidad, ¿cuál destacarías?
Las nuevas normativas de higiene alimenticia han permitido el desarrollo de mataderos colectivos y cooperativos que siguen la misma línea de los obradores compartidos. En Catalunya, destacaría el matadero móvil impulsado por el programa BCN Smart Rural. Esta iniciativa, situada en un camión y, por tanto, sin instalaciones físicas fijas, es una alternativa innovadora para los pequeños ganaderos de la Catalunya Central. De forma rotativa, el matadero visita las explotaciones y realiza el sacrificio de los animales, cumpliendo con normativas estrictas, y contribuyendo a acortar la cadena de producción.
¿Cómo opera un matadero de baja capacidad y cuál es su función más allá del sacrificio de animales?
Un matadero de baja capacidad es una instalación destinada al sacrificio de animales pero también a la manipulación, transformación y elaboración de la carne. Lo más destacable es el trabajo colectivo que se lleva a cabo entre el ganadero y el carnicero, además de la reducción de la cadena de aprovisionamiento y la agilización de los procesos.
¿Cómo se podría mejorar el modelo actual para facilitar el trabajo de los ganaderos?
Los ganaderos que crían animales autóctonos y adaptados al territorio, y que contribuyen a la prevención de incendios forestales mediante el pastoreo extensivo, deberían tener acceso a mataderos compartidos cercanos para facilitar su trabajo. Idealmente, también deberían disponer de obradores compartidos para transformar y comercializar sus productos.
¿Qué otros ejemplos de mataderos interesantes existen en Catalunya?
En Catalunya, tenemos ejemplos de mataderos integrados dentro de las explotaciones, como el que hay en Prats del Lluçanès: esta iniciativa permite a los ganaderos sacrificar a los animales en el lugar donde viven y pastan y venderlos directamente a los carniceros. Dentro del proyecto BCN Smart Rural, destacaría la iniciativa de crear módulos adjuntos en el matadero de Moià que permitirán el sacrificio independiente de ovino y vacuno, ampliando la oferta más allá del porcino. Además, se está considerando la implementación de una sala de despiece para mejorar aún más las instalaciones y optimizar el proceso de producción.
¿Cuáles son los retos de futuro de estos obradores y mataderos compartidos? ¿Qué necesitan para tener continuidad y poder consolidarse?
La cadena de producción y transformación ha realizado ya esfuerzos significativos en esta dirección. Ahora es esencial que la administración local reconozca estos equipamientos como elementos clave para el futuro y considere la alimentación como una prioridad estratégica, y no sólo en términos de recetas o rutas gastronómicas, aunque esto también ha tenido un papel importante para implicar a la sociedad en estos proyectos locales. Pero si la sociedad no realiza un cambio en su cultura alimentaria, los obradores y mataderos compartidos difícilmente tendrán futuro. Los productores necesitan el apoyo de los consumidores. Si éstos, mediante su apreciación por la gastronomía, impulsan o valoran estos proyectos, estaremos contribuyendo a consolidar el éxito de estos espacios. Por tanto, los retos recaen, por un lado, en la administración local, que a pesar de tener recursos limitados, está más cercana al territorio y debería ser capaz de implicarse en estos proyectos; y por otro lado, la sociedad, nosotros, los consumidores, debemos desarrollar una cultura alimentaria más consciente y comprometida, puesto que somos nosotros los que podemos dar impulso a estos proyectos. Las personas consumidoras debemos tomar conciencia de nuestro poder, ejercer nuestro sentido crítico y comprometernos con la alimentación y el futuro de nuestro territorio.
¿Qué papel crees que debería jugar la administración para garantizar el éxito de estas iniciativas colectivas?
Considero que los obradores y mataderos compartidos son una apuesta acertada en la transición hacia una alimentación más sostenible. Estos equipamientos descentralizados, impulsados por iniciativas colectivas, surgen de la necesidad de elaborar, manipular y transformar productos agrarios, así como gestionar los excedentes de manera eficiente. La pandemia puso de manifiesto que tenemos la capacidad de cambiar las dinámicas, pero a menudo nos dejamos llevar por las fuerzas del mercado. En este sentido, la administración debe apoyar estas iniciativas si quiere que tengan éxito.
«Los obradores y mataderos compartidos son una apuesta acertada en la transición hacia una alimentación más sostenible» Anna Roca
¿Qué aspecto del modelo alimentario actual te preocupa más y cómo crees que los obradores y mataderos compartidos pueden abordar esa inquietud?
Mi principal preocupación es la tendencia de los actuales modelos agroalimentarios a fomentar prácticas poco saludables, centradas en la especulación y el beneficio de una minoría. Esto, junto con la falta de interés y la comodidad excesiva de la sociedad en temas de alimentación, me parece alarmante. La comida es algo más que nutrición; es un elemento central en la socialización y el placer. Por eso, es esencial promover una dieta basada en alimentos saludables, justos y cercanos. Creo que los obradores y mataderos compartidos pueden jugar un papel clave en este cambio, ofreciendo alternativas que refuercen la calidad, la justicia y la proximidad en nuestros sistemas alimenticios.
¿Qué estrategia propondrías para fomentar una mayor colaboración entre los distintos actores de la cadena agroalimentaria, desde las personas productoras hasta las consumidoras?
Centraría los esfuerzos en mejorar la logística y la distribución agroalimentaria, actualmente dominadas por pocas manos. Es crucial que el campesinado se organice en formatos asociativos y cooperativos para poder ofrecer sus productos directamente, sin intermediarios. Existen varios ejemplos de esta colaboración, como las rutas compartidas en la Catalunya Central o la Artiga, el supermercado cooperativo de la Garrotxa. Además, hay emprendedores agroalimentarios que basan su colaboración en la confianza mutua y se organizan para vender sus productos, como la Xarxa Pagesa o Coopyrenne, una tienda en línea de carne ecológica.
¿Cuál es tu visión sobre el futuro de la agricultura y la producción alimentaria en Catalunya en el contexto del cambio climático y la globalización?
A nivel global, observo una tensión entre el modelo agroalimentario dominante, que prioriza la agroindustria y la exportación, y el campesinado local, que se dedica a producir alimentos de proximidad y afronta numerosos desafíos. Sin embargo, si optamos por proteger a las pequeñas y medianas empresas agrarias, facilitándoles el trabajo y proporcionándoles formación y asesoramiento en términos de sostenibilidad, los beneficios serán sustanciales: obtendremos alimentos de más alta calidad y fomentaremos una gestión eficiente del territorio. Para conseguirlo, es imprescindible que haya voluntad política que anime a la ciudadanía a implicarse, comprar alimentos de temporada, valorar los productos locales y disfrutar de la cocina. Es necesario hacer entender a la sociedad que una mejor alimentación contribuye a una mejor salud.
«Observo una tensión entre el modelo agroalimentario dominante, que prioriza la agroindustria y la exportación, y el campesinado local, que se dedica a producir alimentos de proximidad» Anna Roca
¿Qué ventajas consideras que aportan los obradores y mataderos compartidos en la salud de la población y en la preservación del medio ambiente?
El restablecimiento de estos equipamientos de uso colectivo ofrece varios beneficios. Para empezar, tenerlos cerca permite que los alimentos sean manipulados y transformados de manera adecuada, manteniendo sus nutrientes y minimizando los aditivos. Además, transformar y vender los alimentos localmente reduce la necesidad de transportarlos largas distancias, disminuyendo las emisiones de gases de efecto invernadero y su impacto ambiental. Estas instalaciones también contribuyen a cohesionar el territorio rural, revitalizando oficios tradicionales como los panaderos, carniceros y pescaderos. Además, pueden impulsar otros servicios como los mercados no sedentarios, que necesitan ser reforzados colectivamente. Hay muchas pequeñas empresas agroalimentarias familiares que se beneficiarían de la reactivación de estos equipamientos.
«Hay muchas pequeñas empresas agroalimentarias familiares que se beneficiarían de la reactivación de estos equipamientos» Anna Roca
¿Cuál crees que puede ser el impacto de los obradores y mataderos compartidos en la percepción del público sobre la sostenibilidad y el origen de los alimentos?
Estoy firmemente convencida de que estas iniciativas son cruciales. Actualmente, carecen de ejemplos tangibles e identificables que pongan de manifiesto la importancia de las pequeñas organizaciones locales en la revitalización de las economías rurales y es aquí donde estos espacios pueden tener un impacto significativo y duradero. Además, apoyadas por las redes sociales, pueden amplificar su mensaje y llegar a una audiencia más amplia, creando así una conciencia colectiva sobre la importancia de consumir alimentos sostenibles y de proximidad.
¿Consideras que estos equipamientos actúan también como incubadoras de innovación y tecnología en el sector agroalimentario?
El impacto innovador de los obradores y mataderos compartidos es innegable, puesto que no sólo identifican centros de actividad agraria o artesanal; también ofrecen servicios complementarios. Es el caso de Concativa, un ejemplo destacado en el sector vitivinícola con años de experiencia, así como el Vivero de Agricultores de Rufea en Lleida en el ámbito hortícola, o el matadero municipal de la Armentera, en el Alto Empordà. Y estoy segura de que los obradores del Parque Rural del Montserrat, dedicado a la carne, y el de Lluçanès, a los derivados lácteos, también jugarán un papel fundamental en el impulso del sector agroalimentario catalán.
«El impacto innovador de los obradores y mataderos compartidos es innegable» Anna Roca
¿En qué medida crees que la Red de Obradores Compartidos que impulsa la Diputación de Barcelona en el marco del BCN Smart Rural puede ser un modelo reproducible en otras provincias de Catalunya o incluso en otras regiones de España?
La tarea que realiza la Diputación de Barcelona a través de este programa es extraordinaria, ya que apoya firmemente al campesinado y ofrece un modelo sólido para acompañar propuestas valientes que benefician al territorio. No sólo reconoce la gran diversidad agraria de las trece comarcas de Barcelona, que incluye sectores como la viña, los quesos, la ganadería extensiva, las hortalizas, la fruta dulce y seca, y las legumbres, sino que también promueve puntos de transformación y comercialización para pequeñas producciones bien organizadas y activas. Además, ofrece apoyo en formación, esencial para la estabilidad socioeconómica, enlaza actividades muy fragmentadas en el territorio y fomenta la emergencia de nuevas propuestas. El programa BCN Smart Rural ha ayudado a descubrir un territorio rural cercano a Barcelona que mucha gente desconocía. Sería ideal que otras diputaciones adoptaran este espíritu emprendedor y replicaran el modelo, adaptándolo a las necesidades y características propias de cada región.
¿Cuáles son los principales obstáculos que encuentran los jóvenes emprendedores cuando desean iniciar proyectos en el sector agroalimentario rural? ¿Crees que iniciativas como los obradores y mataderos compartidos pueden ayudarles?
Los jóvenes emprendedores agroalimentarios se encuentran con muchos problemas, sobre todo de índole económica y administrativa. En Catalunya, ya sea en zonas de montaña, periurbanas o en las pocas llanuras con actividad agraria, muchas personas están deseando desarrollar proyectos profesionales y personales en el sector primario, pero a menudo se desaniman por la falta de apoyo de su entorno y por la limitada viabilidad económica de sus iniciativas. Una de las claves para superar estos obstáculos es la colaboración y el apoyo de las administraciones. Es esencial que las instituciones tengan una visión amplia y que atiendan cada caso de forma individual, reconociendo la singularidad de cada proyecto de emprendimiento. En este contexto, los obradores y mataderos compartidos representan una garantía de futuro. Estos espacios sirven para añadir valor a los productos y, por tanto, mejoran la viabilidad económica de los nuevos proyectos.
«Los obradores y mataderos compartidos representan una garantía de futuro» Anna Roca
Por último, ¿hay alguna iniciativa en la que estés trabajando actualmente que te genere especial entusiasmo?
¡El obrador del Espacio Agrario de la Baja Tordera! Estamos a la espera de que entre en funcionamiento y creo que tendrá un impacto muy positivo en una de las mejores zonas de producción hortícola de Catalunya.
— Lola Mayenco —