En la provincia de Barcelona, existen actualmente 362 explotaciones apícolas, lo que representa el 32% de los productores de miel de Catalunya.
En el Día Mundial de las Abejas, les presentamos tres proyectos liderados por personas que comprenden el valor de las abejas y se preocupan por cuidar de estos insectos fundamentales para la polinización de las plantas y la preservación de los ecosistemas.
Èric Barbero, apicultor de Melvida
Èric Barbero, Melvida. PATXI URIZ | DIPUTACIÓN DE BARCELONA
Èric Barbero es el apicultor detrás de Melvida, un proyecto de apicultura sostenible ubicado en la Sierra de Collserola. Creció cerca de la naturaleza, entre Floresta y Valldoreix, y el bosque siempre fue su jardín favorito. De pequeño, le encantaba buscar espárragos, observar ardillas y encontrar luciérnagas. Cuando las luciérnagas en las noches de verano se volvieron escasas, decidió actuar para revertir la crisis de biodiversidad en su entorno cercano.
Pronto descubrió el mundo de las abejas y se sintió cautivado por su papel crucial en la polinización y la preservación de la naturaleza. Sin dudarlo, dejó su carrera como fisioterapeuta para convertirse en apicultor. Hoy en día, organiza cursos, talleres, visitas a apiarios y catas, y vende miel artesanal de alta calidad directamente.
Josep Ruaix, apicultor de Delícia de mel
Josep Ruaix, Delícia de mel. PATXI URIZ | DIPUTACIÓN DE BARCELONA
Josep Ruaix es un apicultor apasionado por las abejas, quienes le han atraído desde pequeño. Su padre, “el abuelo Manel,” recolectaba miel virgen y delicada de colmenas que él mismo fabricaba y que envasaba artesanalmente para el disfrute familiar. El recuerdo del sabor de aquella miel y ver trabajar a su padre con las abejas fascinaba a Josep, quien creció con una profunda curiosidad por la apicultura.
Hace ocho años decidió aventurarse en la producción de miel, y agradeció mucho la ayuda inicial de Mariano Castells, un apicultor de tercera generación a quien considera el padre de sus abejas. Con un experto como él, el aprendizaje estaba garantizado, y a pesar de las crecientes dificultades, en gran parte causadas por el cambio climático, está muy orgulloso de Delícia de mel, su pequeña explotación familiar de apicultura trashumante.
Josep y sus colmenas viajan por toda Catalunya para aprovechar mejor las floraciones disponibles y diversificar la alimentación de las abejas. Esta práctica contribuye a la polinización de cultivos y plantas silvestres y tiene efectos positivos en la biodiversidad. Además, le permite extraer una miel de gran calidad y riqueza nutricional.
Josep Maria Oliva, apicultor de Mas Buret
Josep Maria Oliva, Mas Buret. PATXI URIZ | DIPUTACIÓN DE BARCELONA
En una masía situada bajo el macizo de la Tossa de Santa Margarita de Montbui, rodeada de olivos, almendros, nísperos, manzanos, cerezos y pinos, encontramos un lugar hermoso que inspira tranquilidad, un entorno que parece reflejar de forma natural el carácter sereno y amable de Josep Maria Oliva, la cuarta generación de apicultores de Mas Buret.
Su padre fue quien impulsó la empresa que lleva el nombre de la casa familiar, aunque ya tenían abejas y producían miel para autoconsumo. Actualmente, gestionan alrededor de 200 colmenares ubicados en distintas comarcas de Catalunya, moviéndolos para asegurar que los insectos se alimenten del mejor polen y néctar. Su miel es artesanal desde la recolección hasta el envasado, y no utilizan productos químicos que puedan alterar la calidad. La miel llega principalmente a tiendas locales.
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— Redacción BCN Smart Rural —