Tatiana Segura y Sergi Ruiz, arrendatarios del banco de tierras. HUW JAMES | INSTITUTO FORESTAL EUROPEO
Tatiana Segura y Sergi Ruiz, arrendatarios del banco de tierras del PRM. PATXI URIZ | DIPUTACIÓN DE BARCELONA

La auditora y el productor que han cambiado de vida

Tatiana Segura y Sergi Ruiz han conseguido su finca gracias a la Red de Bancos de Tierras que impulsa la Diputación de Barcelona.

Bajo los imponentes acantilados del macizo de Montserrat, Tatiana Segura y Sergi Ruiz han empezado a hacer realidad su sueño: Can Rasca Orella. Gracias al apoyo técnico recibido por parte del Banco de Tierras del Parque Rural de Montserrat, esta pareja sentimental y equipo laboral pudo cerrar el pasado verano un trato para arrendar una finca de tres hectáreas que está situada entre Esparreguera y Collbató. Ahora mismo están preparando un proyecto formativo de permacultura que les permita ofrecer talleres y actividades de contacto con la naturaleza, y también cuentan con un huerto de invierno espectacular y campos de olivos que están podando para rejuvenecerlos. Tatiana (Esparreguera, 1985), que antes trabajaba como auditora, ha dado un giro de 180 grados para «empezar una nueva vida más auténtica y calmada en el campo». Sergi (Esparreguera, 1983) continuará vinculado a proyectos de producción audiovisual, pero compaginará su trabajo con las tareas de la finca. A todas partes les acompaña Pepa, una perra defensora de gallinas.

 


 

¿Qué trayectos vitales os traen hasta esta finca entre Esparreguera y Collbató?

Tatiana Segura (T): Yo soy de Esparreguera y vivía en un entorno urbano. Mi padre era profesor y mi madre tenía un centro de estética y quiromasaje donde hacía reflexoterapia y otras técnicas que en esa época nadie conocía todavía. ¡Los dos eran muy naturistas! Yo siempre había rechazado este enfoque suyo porque ya dicen eso de que «en casa de herrero, cuchara de palo» y me había ido al otro extremo: de hecho, empecé a estudiar cosas que no tenían nada que ver con todo esto. Pero cada fin de semana con mis padres íbamos al bosque y dormíamos en la furgoneta. Empecé a trabajar en finanzas, de comercial, de auditora, con el ritmo frenético que estos trabajos implican. Tenía un buen puesto de trabajo, ganaba mucho dinero, pero realmente yo quería hacer otra cosa.

Sergi Segura (S): Yo también soy de Esparreguera y no provengo de familia de agricultores. Mi padre es comercial y mi madre, comercial y administrativa. Ahora bien, desde pequeño, trabajar en el huerto siempre me ha gustado.

 

¿Cuál fue el punto de inflexión que os animó a cambiar de vida?

T: Seguramente fue después de la covid-19. Yo necesitaba salir al campo y vi claro que quería esto que tengo ahora. Y al mismo tiempo, mucha gente durante ese período de pandemia empezó a valorar más la producción de comida. Con un grupo de gente, teníamos un huerto en Esparreguera y gracias a aquella labor ayudamos a llevar cestas a las casas. Sergi y yo decidimos que necesitábamos generar nuestra propia comida de proximidad. Ambos nos conocimos con profundidad a raíz del proyecto del huerto en el pueblo. Ya nos teníamos vistos de Esparreguera de toda la vida, habíamos ido con amigos del grupo, pero nunca nos habíamos mirado de esta manera especial. Fui a vivir a Òdena, después los dos decidimos compartir casa y ¡ya se sabe!: "El roce hace el cariño". Nos hemos conocido a dos personas que tenemos un sueño en común... Y no es una utopía sino que podemos convertirlo en realidad. Si, además, podemos ayudar a otros a recuperar la conexión con la naturaleza, pues perfecto.

 

Y partir de ahí, ¿qué alimenta ese sueño compartido?

T: Tanto Sergi como yo teníamos nuestros trabajos, él como productor y fixer y yo, como auditora. Teníamos un huerto en común que salió adelante, pero desde pequeños los dos teníamos los mismos deseos de vivir en la montaña. Conseguir vivir allí era como una utopía que nunca pensábamos que se pudiera hacer realidad. De repente, nos cruzamos dos personas que queríamos lo mismo y decidimos salir adelante. Sergi ya había visto la finca y empezamos a investigar para intentar contactar con los propietarios.

 

«Conseguir vivir en la montaña era como una utopía que nunca pensábamos que se pudiera hacer realidad» Tatiana Segura

 

La finca se encuentra situada dentro del Parque Rural de Montserrat. ¿La conocíais?

T: No, la conseguimos a través del apoyo de su banco de tierras. Ya habíamos oído hablar del parque, pero no conocíamos realmente lo que se hacía en él. Hasta que no empezamos a trabajar con Pere Navarro, el técnico de la Red de Bancos de Tierras que impulsa la Diputación de Barcelona, no sabíamos todo lo que hay detrás.

 

¿En qué os ha ayudado el Banco de Tierras del Parque Rural del Montserrat?

T: Contactamos con el banco a través de su página web. De hecho, nosotros antes ya habíamos contactado con los propietarios, pero el personal del banco de tierras realizó la mediación y nos ayudó a negociar con ellos. Pere Navarro nos asesoró mucho y pudimos realizar en común un acuerdo de alquiler. Cualquier duda que teníamos nos la resolvía: es una persona muy cercana. Contar con el servicio del banco de tierras te permite tener un contrato real y es una garantía de seguridad y apoyo jurídico. Al mismo tiempo, sabes que no te echarán en un año. Nosotros queremos cultivar, pero primero necesitamos regenerar las tierras, y eso no se hace ni en un año, ni con dos, ni siquiera en tres años. Quizás invertimos cinco años y empezamos a poder tener una buena cosecha. Imagínate que en dos años te echan, tú ya has hecho una inversión y no has podido llegar a nada.

 

«Contar con el servicio del banco de tierras te permite tener un contrato real y es una garantía de seguridad y apoyo jurídico. Al mismo tiempo, sabes que no te echarán en un año» Tatiana Segura

 

¿Los ritmos de la tierra y la naturaleza son diferentes a los del mercado?

T: Sí. Lo que queremos, y que creemos que debería hacer todo el mundo, es regenerar la tierra, devolverle los nutrientes de muchas formas. Por ejemplo, mediante el abono verde, gestionando el compost, etc. Tenemos acuerdos con restaurantes de Esparreguera y Collbató: nos devuelven los residuos orgánicos que generan y nosotros los convertimos en compost para devolver sus nutrientes a la tierra. Es un proceso lento, pero preferimos esto a utilizar fertilizantes químicos o a utilizar tóxicos, porque estos productos a la larga esterilizan la tierra.

 

Can Rasca Orella. ¿De dónde viene el nombre de vuestra finca?

T: Lo elegimos nosotros. Veníamos de realizar un retiro de ecología profunda en Can Pipirimosca, un proyecto de Valls donde se practica la permacultura, que también tiene un nombre con historia. Y al estar aquí, en la finca, yo me estaba rascando la oreja y Sergi me dijo: «¡Déjate de rascar la oreja!». Y entonces caímos: ¡el proyecto se llamará así!

 

Un reto importante era conseguir la finca. Pero ahora que ya la tenéis, ¿qué queréis impulsar?

T: Queremos crear un proyecto de concienciación hacia las personas. De hecho, será un espacio más formativo que productivo. Sí que queremos tener una pequeña producción de huerta ecológica con una gestión de banco de horas para que la gente pueda participar en el proyecto y vea lo que cuesta regenerar las tierras, entiendan por qué nuestro producto es más caro que el del supermercado, se den cuenta de que en realidad es el precio justo y apuesten por el comercio justo y de proximidad. Las personas asociadas al proyecto pagarán una cuota a cambio de la formación. Queremos crear un programa integrador que cierre el ciclo de nutrientes. La premisa del socio es que debe aportar su materia orgánica y así ve todo el ciclo: el compost, el huerto y sus ciclos, la verdura de temporada, etc. Es necesario que comprendan qué implica comprar en ecológico y de proximidad y cuál es la diferencia entre una lechuga que te cuesta 50 céntimos en el supermercado y uno que vale 1,5 euros. Si eliges la segunda opción, das trabajo bien remunerado, y esto también hay que tenerlo en cuenta.

 

¿Qué actividades habéis pensado realizar?

T: Habrá la parte de huerto y la parte de bosque. Queremos realizar talleres de escuela de bosque para los niños, acercar a los niños ya sus padres juegos que se hacían antiguamente de etnobotánica y silvicultura: queremos que no se pierdan estas tradiciones. Y también habrá una parte en la casa donde yo realizaré talleres sobre plantas comestibles y plantas silvestres, y organizaré paseos en el campo para identificarlas. Si le preguntas a los abuelos qué comían o qué hierbas utilizaban, te dicen un montón de plantas que tenemos aquí alrededor. Te das cuenta de que tienes muchas plantas al alcance, que son gratuitas y tienen muchas más propiedades que las cultivadas.

 

¿Os inspira algún otro proyecto?

T: Durante dos años nos hemos formado y hemos ido a ver otros proyectos de permacultura y ecología profunda para saber los pros y los contras de impulsar una iniciativa como la nuestra.

S: La escuela de permacultura Caña Dulce o el proyecto La Casa Integral son algunas de las iniciativas que más nos gustan.

 

A nivel general, ¿cuáles creéis que son los principales problemas de acceso a la tierra que se encuentran las personas jóvenes que no provienen de familia de agricultores?

T: Es muy complicado encontrar un terreno en el que haya casa disponible. Y al mismo tiempo es importante que las tierras tengan agua, porque en muchos terrenos no existen. En la finca tenemos una torre eléctrica, pero todavía no disponemos ni de luz ni agua. Ahora estamos en proceso de hablar con los ayuntamientos de Collbató y Esparreguera para ver si podemos tener acceso al agua, pero todo el proceso es bastante pesado.

 

¿Qué diríais a las personas jóvenes que quieren impulsar un proyecto en el campo pero que están indecisas?

T: Les diríamos que contacten con la Red de Bancos de Tierras de Catalunya porque es un servicio fundamental y les asesorarán en muchas cosas. Y ya no sólo en busca de terreno, sino también en el proyecto agrícola, si quieren hacer ganadería, etc. Les ayudarán en todo lo que necesiten y se sentirán que no están solos. Además, el técnico Pere Navarro también pone en relación diferentes proyectos para la red. Es muy diferente sentirse solos y no saber por dónde tirar. En función del proyecto, en el banco les ayudarán a ver qué tierra necesitan, con pozo, con o sin casa, etc.

 

¿En qué momento os encontráis de adecuación de la finca?

S: Estamos haciendo un reset en los olivos. Desde el pasado enero que venimos a la finca, porque con los propietarios tenemos buen rollo. Hemos ido haciendo cositas poco a poco. En los olivos hay que hacerles una poda de rejuvenecimiento, así que es como volver a empezar. Ahora hay que intentar conducir a que las ramas vayan hacia abajo y sea más fácil cosecharlas.

 

¿Nos regaláis alguna anécdota de Can Rasca Orella?

S: Hay una pareja de cuervos que están todos los días por ahí. Durante el día van a cazar, pero por la tarde se colocan en la torre de alta tensión y se comunican: «cric-crec, cric-crec». Parece ser su punto de encuentro. Hay algo de la disciplina de la permacultura que siempre nos han dejado muy clara: antes de sacar adelante ningún proyecto en un terreno, primero hay que estar un año observando in situ, viendo de dónde viene el viento y hacia dónde va. Porque a la hora de realizar el diseño de permacultura, debes tenerlo todo en cuenta. Se trata de entender, observar y diseñar.

 

¿Cómo supliréis el hecho de no tener suficiente agua disponible en la finca?

T: La Casa Integral son unos diseñadores de permacultura que nos harán franjas de infiltración de línea clave para retener el agua de la lluvia. Y así acumularemos más el agua. Además instalaremos unos depósitos para recoger el agua pluvial. Y tendremos inodoro seco: ¡no puede que perdamos 5 litros de agua cada vez que echamos la cadena! Además, queremos cultivar semillas tradicionales autóctonas y variedades agrícolas locales porque no queremos que se pierdan. Yo soy socia del colectivo Eixarcolant y me he formado con ellos.

S: El sistema hídrico de ingeniería de La Casa Integral nos permitirá aprovechar el agua de lluvia durante todo el año e introducirla en la tierra.

 

¿Qué retos os preocupan ahora que nada más empezáis?

T: Da miedo emprender. Yo era auditora, me ganaba la vida, tenía unas cabezas muy bonitas y una seguridad que a mucha gente le gustaría, y, sin embargo, decidí despegarme hacia mi sueño. Sergi seguirá siendo productor desde la montaña, pero yo empezaré a hacer talleres e impulsar de nuevo un proyecto hace más vértigo... Pero al mismo tiempo pienso que también hay que equivocarse, y aprender de los errores, y salir adelante... Y si mientras tanto debes compaginar tu sueño con otro trabajo, pues lo haces. Además, es evidente que debes tener unos ahorros, porque aquí hay que realizar mucha inversión.

 

«Hay que equivocarse, y aprender de los errores, y salir adelante... Y si mientras tanto tienes que compaginar tu sueño con otro trabajo, pues lo haces» Tatiana Segura

 

¿Recibís apoyo de vuestros círculos?

T: Al principio decían que estábamos locos ya mí me preguntaban lo que había hecho con mi trabajo. Yo iba cada día con traje chaqueta, tacones, utilizaba productos químicos... Pero a raíz de cuidar el huerto y optar por la comida ecológica, me pedí de dónde venían los alimentos que preparaba. Me leí un libro sobre soberanía alimentaria de la activista social Esther Vivas y me impactó tanto que vi que ya no había regreso. ¿Cómo podía comerme un aguacate que había viajado tantos kilómetros o un tomate que venía de no sé dónde? Y lo mismo me ocurrió con el textil. Ya hace dos años que me compro la ropa de segunda mano y, si tengo que comprarme algo, miro que no haya maltrato, que esté bien pagado el trabajo, que genere una economía justa, etc. Y siempre me hago la pregunta previa: ¿realmente lo necesito?

 

Tatiana, desde tu punto de vista, ¿qué papel deben jugar las mujeres en los nuevos proyectos agrarios?

T: A mí este proyecto me ha llevado a un fuerte empoderamiento. Me he regenerado a mí misma y me ha dado algo importante: ahora me siento auténtica. Realmente me ha cambiado la forma de ser: lo «no es no» lo digo ahora claramente. Y otro ejemplo con la ropa: ahora a menudo voy con pantalón de chándal y voy muy cómoda y pienso por qué no lo hacía antes. Ahora me siento libre y con capacidad de hacer lo que me proponga. Y si ya no tengo miedo a mi transformación, tampoco tengo miedo a otras cosas: ¡voy a hablar con quien sea! Creo que las mujeres a veces estamos todavía con la cosa de aparentar y esto hace que no estemos suficientemente seguras de nosotros mismas.

 

«Ahora me siento libre y con capacidad de hacer lo que me proponga» Tatiana Segura

 

Por último, una pregunta gastronómica. ¿Os importaría compartir un recuerdo de comida buena que os haya marcado?

T: A mí me encanta el tomillo, soy una viciada, sobre todo ahora que llega el invierno. Y además, ¡refuerza todo el sistema inmunitario! Mi madre me hacía sopas de tomillo y eso me quedó muy marcado en el inconsciente. He estudiado fitoterapia, plantas comestibles silvestres y por eso conozco el mundo de las plantas.

S: La ensalada es algo que me ha marcado toda la vida. La clásica, ¿eh? Con lechuga, zanahoria, cebolla y tomate. En una mesa siempre debe haber un buen plato de ensalada. Las ensaladas tienen una gran variedad de colores, cuando los manjares son crujientes... Y cuando los productos vienen directos de la tierra, es un plato muy agradecido.

 

— Redacción BCN Smart Rural —

Tatiana Segura i Sergi Ruiz, arrendataris del banc de terres del PRM. PATXI URIZ | DIPUTACIÓ DE BARCELONA
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