El primer recuerdo agrícola de Xavier Barniol Boixader (Santa Eulalia de Puig-oriol, 1979) se remonta años atrás, cuando ayudaba a su padre en el huerto de casa. Mucho más reciente es su interés por impulsar un cambio en el modelo agroalimentario del país, ya que éste no despertó hasta que empezó a trabajar en la administración pública.
Desde su cargo como director técnico del Consorcio del Lluçanès, ha podido comprobar de primera mano que los recursos públicos pueden ser bien invertidos en programas relacionados con la dinamización del mundo rural, y ahora dedica una parte importante de su trabajo a revitalizar los oficios tradicionales del territorio. Desarrollar la actividad agrícola y ganadera del Lluçanès es una de sus prioridades básicas, lo que ha dejado muy claro cuando, en plena pandemia, ha seguido liderando con convicción y alegría el proceso de creación de la primera quesería colectiva de Catalunya.
Xavier, ante todo, enhorabuena por la puesta en marcha de la quesería, una iniciativa enmarcada en la estrategia BCN Smart Rural y cofinanciada con fondos FEDER. ¿De dónde surgió la idea?
La idea sale de la necesidad de tener un equipamiento preparado para poder realizar la parte práctica del curso de expertos en la elaboración de quesos artesanos que llevamos diez años organizando desde el Consorci del Lluçanès. En cada edición teníamos dificultades a la hora de encontrar un espacio y esto hacía peligrar la continuidad de la formación. Además, viendo el grado de autoempleo que genera el curso, consideramos que crear una quesería colectiva era un proyecto estratégico para el Lluçanès y el mundo rural, así que nos pusimos en contacto con la Asociación de Iniciativas Rurales de Cataluña (ARCA) y la Dirección Territorial Agraria de la Diputación de Barcelona para que nos ayudaran a poner en marcha la iniciativa.
Teniendo en cuenta los orígenes de la idea, es perfecto que la quesería colectiva haya podido inaugurarse en junio con los alumnos del curso de quesería. Se trata de una formación muy consolidada, que organiza conjuntamente con la Universidad de Vic, y con el apoyo de la Red de Productos de la Tierra de la Diputación de Barcelona. ¿Crees que el hecho de organizar cursos en equipamientos colectivos y colaborativos puede enriquecer los procesos de aprendizaje de las personas interesadas?
Sí, en diferentes aspectos. Aparte del enriquecimiento a nivel educativo, los obradores colectivos permiten a las personas interesadas conocer más a fondo las instalaciones y maquinaria necesarias para desarrollar profesionalmente un proyecto agroalimentario, y también genera sensibilización hacia los espacios comunitarios y laborativos.
«Los obradores colectivos permiten a las personas interesadas conocer más a fondo las instalaciones y maquinaria necesarias para desarrollar profesionalmente un proyecto agroalimentario» Xavier Barniol
Esto que comentas contribuye a hacer de la quesería un equipamiento único, puesto que no se plantea sólo como un espacio de capacitación profesional y aprendizaje de un oficio: también es un obrador totalmente equipado que aspira a convertirse en un vivero de nuevos emprendedores agroalimentarios, puesto que les permite iniciar su actividad sin tener que hacer frente a gastos muy elevados. ¿Cuándo esperáis acoger a los primeros elaboradores? ¿Cómo funcionará el procedimiento de selección? ¿Qué requisitos tendrán que cumplir los emprendedores para poder utilizar el obrador?
Está previsto que el obrador se ponga en funcionamiento en otoño y, de hecho, en estos momentos estamos en medio del proceso de elaboración y redacción de toda la documentación necesaria, incluido el procedimiento de selección de los productores. Sin embargo, puedo avanzar que, para que un emprendedor pueda utilizar las instalaciones, habrá unos requisitos mínimos de acceso (formación o experiencia laboral, seguro, requisitos sanitarios y legales para comercializar, declaraciones responsables, etc.), y también se solicitará la presentación de una memoria explicativa del proyecto empresarial, que se valorará con criterios puntuables. En cualquier caso, el reglamento de régimen interno recogerá todos los condicionantes necesarios para utilizar el obrador y todo ello se concretará con la firma de un contrato.
La necesidad de impulsar los sistemas agroalimentarios locales es evidente en todo el territorio, pero poner en marcha un obrador de uso compartido es un proceso largo y complejo. ¿Colaboraréis con otros organismos y entidades para dar a conocer vuestro equipamiento y contribuir a que nazcan nuevas iniciativas?
Como he comentado antes, el obrador nace gracias al proyecto BCN Smart Rural, que a través de la actuación Rural Equipa't está diseñando, construyendo y acompañando la instalación de otros equipamientos compartidos de transformación agroalimentaria. Esta colaboración con la Diputación de Barcelona y ARCA nos permite estar en contacto permanente con iniciativas similares a la nuestra o con intereses y necesidades coincidentes, y en estos contactos siempre estamos buscando complicidades y sinergias. Además, desde el propio Consorci del Lluçanès tenemos la voluntad de que el proyecto se empodere con intercambios, proyectos de investigación y transferencias de conocimiento, y ya hemos iniciado conversaciones en este sentido. Queremos que la quesería del Lluçanès sea un proyecto que vaya más allá del Lluçanès. Queremos crear red.
«Queremos que la quesería del Lluçanès sea un proyecto que vaya más allá del Lluçanès. Queremos crear red» Xavier Barniol
¿Tenéis pensada alguna estrategia para acercar los productores del obrador a los consumidores del Lluçanès? ¿Creéis que en el territorio hay suficiente interés por los quesos artesanos de proximidad?
En una segunda fase, la intención es que los productores de la quesería, de forma conjunta o individual, puedan ofrecer sus productos a consumidores que vivan lo más cerca posible del obrador. Esto pasa por facilitar puntos de venta en el mismo espacio, participar de las redes e iniciativas existentes en el Lluçanès y potenciar un buen acompañamiento desde el ente gestor del obrador, que es el Consorcio. El queso artesano de proximidad despierta mayor interés que nunca, y lo demuestra la cantidad de eventos, actividades e iniciativas empresariales que han nacido a su alrededor en los últimos años.
¿Qué papel juega la educación a la hora de valorar los productos locales? ¿Crees que enseñar a los niños cómo se hace el queso puede ayudar a que entiendan la importancia de la alimentación de proximidad?
Desde el Lluçanès, hace tiempo que estamos trabajando la sensibilización para fomentar el consumo de productos de proximidad con acciones educativas. Por ejemplo, con la promoción de las rutas agroalimentarias del pan, la leche y la trufa en las escuelas, pero también con la organización de talleres, proyectos de apoyo a los huertos escolares, la edición de las agendas escolares por todos los alumnos del Lluçanès de primaria donde se habla de los hábitos saludables y se incluye la valorización de los productos locales, etc. Así que la respuesta es que sí: creo que la educación es muy importante para aprender a apreciar los productos locales. Y en el caso concreto de la elaboración de queso artesanal por parte de los niños, pienso que es tan o más importante que éstos entiendan y valoren de dónde sale la leche que mostrarles todo el proceso.
«La educación es muy importante para aprender a apreciar los productos locales» Xavier Barniol
¿Qué desea conseguir con este obrador a medio y largo plazo? ¿Qué impacto te gustaría que tenga en el territorio?
A medio plazo, queremos que la quesería consolide sus dos objetivos. Es decir, nos gustaría que acoja durante todo el año diferentes tipologías de formación en torno al sector lácteo, ya sean cursos propios o ajenos, y que esté en plena capacidad de funcionamiento en cuanto a la acogida de personas emprendedoras. A largo plazo, queremos que el espacio se convierta en un referente en equipamientos compartidos, sobre todo en el sector lácteo. También aspiramos a establecer vínculos y colaboraciones con otras iniciativas, y que el obrador genere un impacto económico muy positivo en el territorio. Nos gustaría que los productores de leche y quesos se beneficien del espacio.
La quesería colectiva se ha instalado en Alpens, un municipio que, en los últimos años, ha visto muy reducida su población hasta situarse por debajo de los 300 habitantes. Además de los obradores compartidos, ¿qué otros equipamientos y recursos públicos deberían tener los pueblos pequeños para fortalecer los sistemas agroalimentarios rurales y conseguir que los vecinos no se vayan?
Me vienen a la cabeza mataderos de proximidad o comarcales, obradores generalistas compartidos, maquinaria conjunta, contratación conjunta, etc. Pero, en realidad, todas las iniciativas públicas que sirvan para fortalecer los sistemas agroalimentarios sirven para fijar a la población en el mundo rural, generar puestos de trabajo con valor añadido y atraer a nueva población.
— Lola Mayenco —