Dolors Roca (La Granada, 1978) comparte algunos antecedentes que nos sitúan en la historia familiar. En tiempos de su abuela, en el Penedès, y más concretamente en La Granada, todas las fincas con viñedo también cultivaban árboles frutales, especialmente melocotoneros. Pero, actualmente, el campesinado de la zona apuesta por un cultivo de viñedo bastante mecanizado por la comodidad y, según dice, para tener «menos dolores de cabeza». En Fruta de Cal Roca venden melocotones, melones y productos de huerta sin intermediarios, y, para ella, éste es el motor que les permite seguir adelante y vivir bien. «Si tuviéramos que vender en Mercabarna, ya habríamos cerrado como tantos otros, o haríamos lo mismo que los que quedan: ampliar el viñedo mecanizado y trabajarlo con poca gente», explica.
Nos encontramos con Dolors en un espacio que antes formaba parte del viñedo y que ahora ha sido convertido en un almacén. Lo acaban de inaugurar, y ella se muestra encantada de poder disponer de un sitio que les permite guardar maquinaria, clasificar la producción y tener una cámara frigorífica para la conservación de los alimentos. Además, hay una oficina donde realizan tareas administrativas y de gestión de la empresa. En el exterior, en la pared, destaca un mural creado por la artista urbana Lily Brik, donde se representa un rostro de mujer y una niña rodeadas de granadas y uvas. Intuimos que tras la obra se esconde un mensaje que, sin duda, revela la visión del mundo de Dolors y su filosofía de vida.
¿Qué significado tiene el mural de Lily Brik que decora el exterior de su almacén? ¿Está relacionado con el relevo generacional o tiene algún otro mensaje que desees transmitir?
Representa a una madre que cuida y abraza sus frutos y a su hija, una niña pequeña, valiente y con una mirada llena de presencia, que transmite la idea de que en el futuro cuidará todo lo que ha heredado.
¿Qué te considerarías en ese momento: la madre o la hija?
Creo que me situaría en un punto intermedio. Soy tanto la madre como la hija que ha tomado el relevo y ha continuado haciendo lo que ha aprendido en casa. Actualmente, tengo dos hijos de doce años, gemelos, y me gustaría que ellos siguieran la tradición de la familia. Mucha gente de payés dice: «No, no. Yo no quiero que continúen». Pero yo sí lo deseo. Ojalá ambos se quedaran en casa y hicieran crecer la empresa. Yo llegaré hasta donde pueda, y ellos lo harán a su manera, así como yo he hecho cambios desde la época de mi padre y de mi madre. Mis hijos estarán más familiarizados con las nuevas tecnologías y podrían darle un buen impulso. Pero bueno, tal vez no quieran...
Yo, a los nueve años, ya llevaba el volante del tractor mientras mi padre supervisaba el embrague. ¡Me encantaba dar vueltas por la viña! Hace unos días, le comenté a mi hija Neus que el siguiente paso sería enseñarles a conducir el tractor, pero ella dijo que no quería. Sin embargo, creo que cuando se encuentre en la situación en la que tenga que sacarlo de un sitio y no haya nadie más, no tendrá más remedio...
A pesar de los retos que se presentan en la vida de payés, ¿tenías claro que querías continuar el negocio familiar?
Para ir a trabajar a una fábrica y ganar mil euros, qué quieres que te diga: no me cabe la menor duda. Prefiero estar al aire libre, aunque haya momentos difíciles. Al fin y al cabo, si es tu negocio y lo has llevado toda la vida, prefieres esta vida. Ya desde pequeña me enviaban a hacer cosas al campo y, aunque la gente solía pintar como un sacrificio extremo ser campesina, lo cierto es que, si te organizas, también puedes vivir bien. Por ejemplo, yo sé que hay épocas de mayor o menor trabajo; y, cuando hay menos trabajo, aprovecho para hacer pausas y vacaciones. Voy a otro ritmo, pero a mí ya me va bien.
Para mí, el campesinado es la mejor manera de vivir que hay, pero debe gustarte. Es un trabajo sacrificado y en el que casi siempre somos el último eslabón. Si, cuando mis hijos sean mayores, todavía pueden ganarse bien la vida, quizás lo hagan. No sé si querrán venir a trabajar al viñedo y no poder hacer fiesta ningún día. Tampoco sé si les gustará trabajar en verano y descansar en invierno. A mí me gusta, pero veremos qué piensan mis hijos.
«La gente solía pintar como un sacrificio extremo ser campesina, lo cierto es que, si te organizas, también puedes vivir bien» Dolors Roca
¿Has realizado muchos cambios en Cal Roca desde tus inicios? ¿Cómo gestionas actualmente la venta de los alimentos que cultivas?
Vendemos directamente a los consumidores finales. Creo que si vas a vender el producto y explicas de dónde viene, tiene un valor añadido. A la gente le gusta escuchar y conocer a la persona que ha producido lo que comerán. Intentamos vender todos los productos que cultivamos excepto las uvas, que las llevamos a la cooperativa.
Mis padres empezaron con viña, poquita, y fueron arrendando tierras. Un día, mi padre decidió plantar melones y descubrió que si los vendía él mismo ganaba más dinero que si otro venía a buscarlos para venderlos en el mercado. Esto fue en la década de los setenta. Desde entonces, hemos ido mejorando y buscando nuevos mercados. También hemos tenido que dejar algunos mercados porque, si quieres hacer bien las cosas, no puedes abarcarlo todo.
Ahora vamos a doce mercados a la semana y llegamos hasta Sant Feliu de Guíxols y Palafrugell. Aquí, en el Penedès, tenemos Santa Margarida i els Monjos y Sant Sadurní, que están más cerca, y la gente de la zona a veces ya viene directamente a comprarnos.
Es curioso, pero he notado que la gente de otras zonas aprecia mucho más lo que hacemos. La gente de Igualada, Sant Cugat del Vallès, Sabadell, Vilanova i la Geltrú, Tossa de Mar, Platja d'Aro, Sant Feliu y Palafrugell nos valora mucho. Ahora el objetivo es entrar en algún mercado de Barcelona, justamente porque la gente que tiene segundas residencias en la costa nos pregunta dónde encontrarnos después del verano. Te encuentras con mucha gente así y también con turistas que aprecian mucho nuestro trabajo.
«Creo que si vas a vender el producto y explicas de dónde viene, tiene un valor añadido» Dolors Roca
¿Sientes que el oficio y el mundo del campesinado están suficientemente reconocidos?
Creo que las personas que no están conectadas con este ámbito tienen una idea equivocada del campesinado. Me molesta que los medios de comunicación hagan reportajes sobre una forma de agricultura neohippy, mostrando a gente que tiene cuatro cabras y un huerto ecológico en el jardín, y van llamando al timbre de las casas vecinas para vender los productos. Quiero pensar que lo hacen para animar a la gente a vincularse con la tierra, pero se olvidan de nosotros.
Las personas que hacen esto tienen otro trabajo y la agricultura es como una actividad de ocio para ellas. Quizás son arquitectos que teletrabajan y muestran solo esta pequeña parcela de huerta ecológica como complemento a su principal fuente de ingresos. A menudo, los medios olvidan a aquellos de nosotros que realmente vivimos del campo y por el campo, a los que debemos hacer que el negocio sea rentable. Creo que si los medios de comunicación mostraran más la realidad de quienes cultivamos alimentos para venderlos en los mercados y preservamos la esencia del origen, ayudaría a obtener más reconocimiento.
¿De dónde has adquirido los conocimientos y habilidades que aplicas en la agricultura?
De todas partes, algo. Inicialmente, he aprendido de lo que siempre hemos hecho en casa y, después, he ido aplicando nuevas técnicas, aunque en este mundo siempre cuesta hacer cambios. Se tiende a seguir haciendo lo que ya funciona y a evitar tomar grandes riesgos. He ido aplicando mejoras sobre todo hablando con amigos y conocidos, haciendo muchas preguntas y siendo un poco insistente. Voy probando, pero también procuro no tomar demasiados riesgos innecesarios.
¿Cómo describirías el estilo de agricultura que practica en Cal Roca?
Hacemos agricultura de proximidad y sostenible, de producción integrada, una forma de agricultura convencional con controles muy estrictos. Para mí, es el paso previo a la ecológica. Anualmente, realizamos análisis de fruta, hoja, suelo y otros elementos, además de pasar varias auditorías. En casos necesarios, aplicamos tratamientos sistémicos. Queremos mantener una producción mínima para ser rentables económicamente y, si bien la agricultura ecológica o regenerativa están bien, requieren más tiempo y dedicación, y quizás de un año a otro no ves resultados. Conseguir un viñedo productivo con agricultura regenerativa puede tardar años. Aunque te lo venden como una panacea, la realidad es que si tienes que vivir exclusivamente de esta producción es complicado. Aquí vamos intentando hacerlo en pequeños pasos.
Los últimos datos del Consejo Catalán de la Producción Agraria Ecológica indican un aumento del 2% de los productores ecológicos durante el período 2021-2022. En las paradas del mercado, ¿la gente te pregunta si haceis agricultura ecológica?
Me lo preguntan mucho, y les digo que hacemos producción integrada, aunque mucha gente no sabe muy bien lo que significa. También he observado que hay vendedores en los mercados que afirman que hacen agricultura ecológica, pero en realidad no es así.
No quiero desmerecer lo ecológico, pero creo que se ha vendido de tal modo que la gente cree que no se utilizan pesticidas en absoluto. En realidad, son pesticidas autorizados para la agricultura ecológica, pero no dejan de ser pesticidas. Además, a veces, deben aplicarse muchísimos.
Este año quiero tratar de cultivar los melones en ecológico. Pero, para hacerlo bien y con certificación, debería dejar descansar la tierra durante dos años, y yo no puedo dejar de plantar melones durante tanto tiempo. Por tanto, iré haciendo los tratamientos fitosanitarios siguiendo los métodos ecológicos y observaré los resultados. Pero todo sin certificar.
Nosotros tenemos la suerte de tener los campos relativamente aislados, lo que implica que debemos realizar muy pocos tratamientos. Al menos en esto tenemos una ventaja muy grande.
Vuestros melocotones tienen renombre, ¿verdad?
Sí, son melocotones de Ordal y apenas los regamos, y menos aún con las restricciones actuales. Hay gente que dice que es imposible cultivar melocotones sin regar, pero nosotros lo hacemos. Es cierto que no obtenemos producciones de 60.000 kilos por hectárea; las nuestras son de 10.000 y gracias. Pero también debe decirse que tienen una calidad diferente. ¡Son buenísimos! Aunque estos años hemos tenido melocotones muy pequeños, son muy dulces y tenemos la ventaja de que no se estropean. Me gusta poder explicar estas cosas a las personas que nos compran los melocotones, y por eso es importante vender en el mercado.
«Hay gente que dice que es imposible cultivar melocotones sin regar, pero nosotros lo hacemos. Es cierto que no obtenemos producciones de 60.000 kilos por hectárea; las nuestras son de 10.000 y gracias. Pero también debe decirse que tienen una calidad diferente. ¡Son buenísimos!» Dolors Roca
En el exterior del almacén tienes un pequeño huerto y un sistema de recogida de agua. Seguramente te resulta muy útil en estos tiempos de poca lluvia. ¿Cómo piensas aprovecharlo?
Este depósito recoge toda el agua de la lluvia, y la utilizaré para regar un campo que funciona como mi espacio de pruebas. Quiero cultivar tomates rosas y necesitaré un poco de riego de apoyo. Además, también tengo previsto cultivar kiwis y aguacates, y sé que necesitan mucha agua. En el pasado, ya hemos vivido otros períodos de sequía y confío en que volverá a llover y podremos cultivar aguacates y kiwis de proximidad.
Desde la época de tu padre hasta ahora, seguro que has implementado muchos cambios significativos. ¿Podrías contarnos alguno de ellos? También nos gustaría saber cuáles son tus futuros proyectos.
Creo que a lo largo del tiempo he ido mejorando pequeñas cosas. Por ejemplo, he puesto más énfasis en llevar al mercado productos de la mejor calidad posible y no cosechar todo, sino elegir con mayor cuidado desde el mismo campo. Es importante que lo que vendemos sea bueno. Pero también me esfuerzo mucho por conseguir unas paradas atractivas y ordenadas. En el futuro, quizás exploraré la posibilidad de vender en línea e incluso organizar visitas a los viñedos. Lo que ocurre es que, ahora mismo, ya tengo suficiente trabajo, y llevar adelante estos proyectos requiere tiempo y esfuerzo.
¿Cómo describirías tu relación personal con la tierra? Como mujer y como campesina, ¿cuál es tu vinculación emocional con la actividad agrícola?
Es mi momento de relajación... A veces, los domingos por la mañana, cojo el tractor y me voy a labrar viñedos. Desde fuera puede parecer un sacrificio, pero para mí es un privilegio. También me gusta ir a podar: me encanta el sonido que hacen las ramas al caer al suelo. Podar es relajante, vas haciéndolo y el tiempo parece volar. Es un privilegio poder dedicarte a una labor que te gusta. Y en primavera todo está precioso... Como en Irlanda, ¡pero aquí, en La Granada!
«A veces, los domingos por la mañana, cojo el tractor y me voy a labrar viñedos. Desde fuera puede parecer un sacrificio, pero para mí es un privilegio» Dolors Roca
¿Qué significado tiene para ti vivir una vida plena y satisfactoria? ¿Cómo describirías tu visión de una buena vida?
Una buena vida es la que estoy viviendo actualmente, aunque todavía necesito hacer algunos ajustes para encontrar el equilibrio entre mi trabajo y mi tranquilidad. En los próximos cinco años, confío en que lograré ese equilibrio y seguiré avanzando. Siempre digo que me dedicaré al campesinado veinte años más, pero mi pareja me dice que ni yo misma me lo creo y que estaré aquí hasta que me muera, como mi padre. Quizá tenga razón. Mi padre, que falleció recientemente, trabajó hasta el último día de su vida. Cuando haces lo que te apasiona, no está tan mal.
«Una buena vida es la que estoy viviendo actualmente, aunque todavía necesito hacer algunos ajustes para encontrar el equilibrio entre mi trabajo y mi tranquilidad. En los próximos cinco años, confío en que lograré ese equilibrio y seguiré avanzando» Dolors Roca
En los últimos años, ¿crees que se ha producido un cambio en el papel de las mujeres en el ámbito agrícola?
La verdad es que hace unos años era vista como el bicho raro del pueblo, pero la realidad es que las mujeres siempre hemos estado en el campo. Siempre. Mi abuela era campesina, y mi abuelo llegó de fuera y empezó a hacer de payés. En el caso de mis padres, la situación fue la inversa: mi madre entró en el mundo del campesinado. Tanto ella como mi abuela iban siempre a los viñedos y al huerto. Y no solo eso: ellas eran las encargadas de preparar los bocadillos para el desayuno, las comidas y las cenas para todos los hombres que nos ayudaban a cosechar uvas. Todo esto mientras trabajaban las mismas horas en el campo. Yo lo encontraba tremendamente injusto. Mi abuela corría a preparar la cena mientras mi padre y los demás hombres se sentaban a la mesa... Y, además, realizaban las tareas domésticas.
Lo más injusto era que, a pesar de realizar tareas muy físicas en el campo y en casa, ¡ellas no cobraban! El trabajo del hombre era conducir el tractor... Imaginaos qué cansado y terrible debía ser, ¡ja, ja, ja!
En aquella época, era considerado normal que las mujeres asumieran todas estas tareas y ni siquiera ellas lo cuestionaban. Pero yo sí me rebelé un poco, y recuerdo bien el día en que dije en casa que, si hacíamos el mismo trabajo que los hombres, también debíamos sentarnos en la mesa para recibir nuestro plato de comida al volver del campo.
¿Hay alguna actitud que tengas para con la vida y que quieras compartir, porque te ayuda especialmente en tu trabajo como campesina?
Me levanto cada día contenta con lo que tengo y con la ilusión de seguir adelante. Mi mantra es que todo se puede lograr si le pones ganas. Como la vida es corta, es mejor dedicarla a lo que te gusta.
También aspiro a encontrar un equilibrio, que todavía no he logrado del todo, entre trabajar mucho y vivir bien, y tener la libertad de hacer lo que quiero sin remordimientos, viajar y disfrutar de la vida. Venimos de una educación, al menos yo, donde parecía que «trabajar, trabajar y trabajar» lo era todo. Sin embargo, creo que es fundamental descansar, aunque lo hagas en momentos diferentes a los de la mayoría.
¿Qué tarea relacionada con tu trabajo es la que menos te gusta realizar?
Me enferma el papeleo y la burocracia. Pedir subvenciones es un verdadero quebradero de cabeza, y las justificaciones también lo son. Estoy considerando no pedir más subvenciones... Cuando te las conceden, revisan todo con lupa, hasta el más mínimo detalle. Creo que existe una gran desconexión entre la burocracia y el campo. Pienso que es necesario realizar controles para ver a dónde va el dinero, pero, en ocasiones, los procesos son demasiado complicados y frustrantes.
— Redacción BCN Smart Rural —