Marçal Parera, Cal Cerdà. PATXI URIZ | DIPUTACIÓ DE BARCELONA
Marçal Parera, Cal Cerdà. PATXI URIZ | DIPUTACIÓN DE BARCELONA

Cal Cerdà: Un modelo de agricultura ecológica en el Vallès Oriental

Entrevista a Marçal Parera, un payés joven y emprendedor que vive en el territorio y para el territorio. Recorrer con él los campos que cultiva en Sant Antoni de Vilamajor es toda una experiencia.

A los pies del Montseny, rodeado de bancales, cañas y zarzas, encontramos una huerta ecológica muy especial. La finca se llama Cal Cerdà y las personas que allí trabajan aman la tierra con el corazón abierto: en tiempo de helada, tratan a los apios como si fueran hijos y los envuelven con mantas para protegerlos del frío.

Una de estas personas singulares es el ingeniero agrícola Marçal Parera. Nacido en Cardedeu hace 36 años, Marçal ha conseguido transformar una explotación tradicional de cereales en Sant Antoni de Vilamajor en un referente de la agricultura ecológica en el Vallès Oriental. De hecho, desde que inició esta aventura con sus amigos Marc Marín y Quim Puigagut en el 2012, nunca se ha planteado producir de forma convencional. El respeto al medio ambiente y al derecho de las personas a comer alimentos 100% saludables son dos de los principios que guían su forma de entender el cultivo de la huerta, y, por coherencia con estos valores, las cuatro hectáreas que cuida en tocar de Cardedeu sólo podían trabajarse de forma ecológica.

Os presentamos a un agricultor joven y emprendedor que vive en el territorio y para el territorio. Recorrer con él los campos de Cal Cerdà es un placer que activa las piernas, la cabeza y, sobre todo, el alma.

 


 

Uno de los grandes objetivos de la estrategia 'Del campo a la mesa' de la Unión Europea es conseguir que el 25% de las tierras agrícolas de los Estados miembros se cultivan con criterios ecológicos antes de 2030. En Cal Cerdà ya hace ocho años que tenéis el sello del CCPAE, el máximo órgano regulador en Catalunya de la producción agraria ecológica. ¿Qué hacéis exactamente para garantizar que vuestras prácticas agrarias tengan un impacto positivo en el entorno, en lugar de negativo? ¿Cómo fertilizáis la tierra, la regeneráis y la protegéis de la erosión?

Para empezar, tenemos dividida la finca en diferentes sectores y así podemos ir alternando cultivos y realizando rotaciones, lo que nos va muy bien para controlar plagas y enfermedades y también para mejorar la fertilidad del suelo. En este sentido, estamos especialmente orgullosos de hacernos nuestro propio compost, que producimos a base de restos de jardinería, estiércol de gallinas de La Tavella (una granja ecológica que hay a 5 kilómetros, en Cànoves) y los residuos de madera que nos facilitan nuestros vecinos, unos productores de setas ecológicas que se llaman la Seta Ben Fet. Con este compost damos vida a toda la finca.

¿Incluís la práctica del barbecho dentro de vuestro sistema de rotación de cultivos? ¿O es innecesario dejar el campo en reposo para que se recupere?

No, en Cal Cerdà no hacemos barbecho. Para cuidar la tierra, utilizamos una técnica mucho mejor: la siembra de abonos verdes. En los sectores de la finca donde no tenemos previsto cultivar durante un tiempo, plantamos alguna variedad de planta que cubra el suelo y evitamos que la tierra se degrade. Una vez que la planta ha madurado, la cortamos, troceamos y enterramos en el mismo lugar donde la hemos sembrado, de manera que estamos favoreciendo la fertilidad del suelo gracias a la incorporación de esta materia orgánica. En función de las necesidades de la tierra, se pueden plantar unas variedades u otras, pero normalmente se utilizan cereales o leguminosas.

 

«En Cal Cerdà no hacemos barbecho. Para cuidar la tierra, utilizamos una técnica mucho mejor: la siembra de abonos verdes» Marçal Parera

 

A nivel de pesticidas químicos, la Unión Europea quiere que su uso se reduzca en un 50%. ¿Cómo abordáis este reto en Cal Cerdà?

Aquí ya tenemos los deberes más que hechos, puesto que en la agricultura ecológica no se pueden utilizar químicos de síntesis: ni fungicidas, ni herbicidas, ni plaguicidas. De hecho, nosotros utilizamos muy pocos productos fitosanitarios y, los que utilizamos, están certificados y no son residuales, con lo que no suponen ningún problema para el medio ambiente. En Cal Cerdà pensamos que la mejor forma de controlar hierbas, plagas y enfermedades es estar muy atentos y avanzar la jugada. Por ejemplo, si viene ahora lluvia, ya sabemos qué cultivos son más sensibles a las humedades y hacemos el mejor tratamiento para protegerlos. Otra forma de anticiparnos a los problemas es crear hábitats atractivos para la fauna auxiliar. En este ámbito específico, intentamos favorecer el crecimiento de las flores que resultan más atractivas por determinados insectos. Su presencia es fundamental porque nos ayudan a eliminar plagas concretas.

Según el último informe sobre el Estado de la Naturaleza en Catalunya, estamos sufriendo una disminución importante de la biodiversidad asociada a los espacios agrícolas. Las causas son múltiples y complejas, pero ¿cómo solucionáis esta problemática un proyecto como el vuestro? ¿Creéis que las fincas biodiversas también pueden ser productivas?

¡Claro! Como he comentado antes, nosotros no hacemos monocultivo: los alimentos que cultivamos varían mucho a lo largo del año y, con ellos, varían los insectos que nos ayudan a controlar las plagas. Además, hemos instalado cajas nido para atraer carboneros y otros pájaros insectívoros. Tampoco tocamos los márgenes de zarzas, porque sabemos que los pasabarzos hacen el nido. Y, aparte de los márgenes vegetales, en la finca hay muchos espacios diferentes donde los animales pueden vivir y esconderse: tenemos una balsa, un cañero, ladrillos, piedras apiladas, etc. En la huerta ecológica, la fauna auxiliar es una aliada imprescindible.

 

«En la huerta ecológica, la fauna auxiliar es una aliada imprescindible» Marçal Parera

 

En vuestra finca, cultiváis muchas variedades hortícolas locales. ¿Qué ventajas os aporta hacerlo?

Sí, nos encanta dar vida a semillas que nuestros antepasados han ido seleccionando a lo largo de muchas generaciones. Y también nos gusta mucho comprar semillas en Les Rafardes, una cooperativa que trabaja para fomentar el intercambio de variedades locales ecológicas. En temas de planteles, los compramos a un productor local, que sabe mucho y siempre nos da buenos consejos sobre las variedades que nos pueden funcionar mejor. Creemos que cultivando guisantes y judías de gancho, habas del Tugas, nabos negros de montaña y coles de piel de sapo estamos enriqueciendo el territorio con unos productos que tienen un sabor increíble.

El aprovechamiento máximo de los recursos es un tema que preocupa mucho a Europa. ¿Cómo se gestiona el agua en Cal Cerdà? ¿Se hace un uso racional y sostenible?

Nosotros regamos de pozo y lo hacemos con cinta de goteo. Es un sistema que nos permite hacer un riego muy localizado y eficiente, ya que tira agua justo donde la planta lo necesita y no la desperdicia. Pero también nos preocupa mucho la sostenibilidad del resto de recursos y materiales que necesitamos para realizar la actividad agrícola. Por ejemplo, cualquier cosa que necesitamos, siempre intentamos conseguirlo en nuestro entorno más cercano y evitamos comprarlo lejos de casa. El sentido común nos invita a trabajar de forma local, evitando desplazamientos innecesarios.

Desde el punto de vista de la sostenibilidad, reducir el desperdicio alimentario es tan prioritario como ahorrar agua u otros recursos. ¿Qué hacéis en Cal Cerdà para mejorar la conservación de los alimentos que producís?

Contamos con una cámara frigorífica que nos ayuda a conservar en frío los alimentos que lo necesitan. Pero, en este aspecto concreto, pensamos que es muy importante vender los productos recién cosechados. En las cadenas de comercialización cortas, los alimentos tienen menos peligro de dañarse y duran mucho más.

 

«Para reducir el desperdicio, pensamos que es muy importante vender los productos recién cosechados. En las cadenas de comercialización cortas, los alimentos tienen menos peligro de dañarse y duran mucho más» Marçal Parera

 

Concretamente, ¿dónde vendéis vuestros productos?

Nuestros productos los hemos vendido siempre con criterios de proximidad. Al principio, cuando teníamos poca producción, nos limitábamos a repartir cestas ya servir a algunos restaurantes y tiendas locales. Un par de años más tarde, empezamos a vender en Ecocentral (una distribuidora de alimentos ecológicos en comedores escolares), Ecomaresme (una cooperativa que agrupa a productores de verdura ecológica del Vallès, el Maresme y el Barcelonès Nord) y, puntualmente , a otros productores. Cuando empezó el mercado agroecológico de Cardedeu, nos sumamos y ahí estamos cada sábado por la mañana. Y muy pronto tendremos nuestro propio puesto en el mercado municipal, así que estamos contentos.

Y la tienda que tenéis en internet, ¿está funcionando bien? ¿Habéis notado un aumento de ventas durante la pandemia de la COVID-19?

¡Por supuesto! Antes del confinamiento, sólo servíamos a domicilios de Cardedeu, Llinars, Sant Antoni, Cànoves, Sant Pere y las urbanizaciones anexas, pero hace poco que nos hemos asociado con una empresa de transporte y ahora podemos enviar cestas y pedidos de productos hasta Barcelona.

La estrategia 'Del campo a la mesa' destaca la importancia de tener un plan de marketing que ayude a desarrollar sistemas alimenticios más sostenibles y resilientes. En Cal Cerdà, este tema lo trabajáis muy bien: cuidáis vuestra web y tenéis unas redes sociales muy activas. ¿Creéis que es interesante dedicarle tiempo y recursos?

Totalmente, y mira que yo, al principio, era reacio. Pero Marc, uno de los tres socios de Cal Cerdà, siempre lo tuvo muy claro y decidimos apostar por ello. Mucha gente se pone en contacto con nosotros porque ha visto nuestra web o nuestro Instagram, y al final te das cuenta de que, en internet, tienes que estar, aunque no te guste. Y, además, debes hacerlo bien, porque es tu escaparate y tienes que cuidarlo mucho si quieres darte a conocer y que la gente pueda disfrutar de los alimentos que produces.

 

«En internet, tienes que estar, aunque no te guste. Y, además, debes hacerlo bien, porque es tu escaparate y tienes que cuidarlo mucho si quieres darte a conocer y que la gente pueda disfrutar de los alimentos que produces» Marçal Parera

 

¿Cómo pueden ayudar las administraciones públicas a proyectos como el vuestro? ¿Necesitáis datos, legislación, subvenciones, asesoría, formación, etc., para mejorar la sostenibilidad de vuestras explotaciones y hacer una agricultura que sea mejor para las personas, los animales y el entorno?

Sinceramente, lo que más falta nos hace son subvenciones, puesto que muchos de nosotros hemos iniciado la actividad a base de créditos y, si queremos seguir avanzando, necesitamos ayudas económicas: en nuestro caso, por ejemplo, disponer de dinero para comprar placas solares nos iría muy bien. Los servicios de asesoría también son clave y, de hecho, en Cal Cerdà estamos muy agradecidos del apoyo que recibimos quincenalmente por parte del CSETC de Cardedeu. A nivel de legislación, sería genial si los comedores de escuelas, hospitales, instituciones y empresas estuvieran obligados por normativa a comprar productos ecológicos de proximidad.

¿Has tenido que renunciar a muchas cosas por llegar hasta aquí? ¿Te has planteado en algún momento realizar un cambio de vida?

Sacar adelante un proyecto como el nuestro exige muchas renuncias. Sobre todo al principio, cobrábamos una miseria y trabajábamos como locos, y, si lo soportamos, es sólo porque nos encanta el trabajo. Personalmente, no sé vivir sin estar en el campo. Y creo que si no tuviera esta pasión por la tierra, ya me habría quemado hace tiempo, porque el trabajo es muy agradecido cuando cosechas mucho y lo vienes todo, pero las inclemencias te pueden hacer sufrir batacazos muy duros.

El impacto del cambio climático en la agricultura preocupa mucho a la Unión Europea. ¿Tenéis acceso a investigaciones y formaciones en temas de adaptación de los cultivos?

En Cal Cerdà somos gente muy curiosa y siempre estamos atentos a los estudios que salen. Pero además tenemos la suerte de formar parte de la Agrupación de Defensa Vegetal del Bages y cada quince días nos visita una técnica que nos asesora en aspectos relacionados con la fertilidad del suelo, la gestión de plagas, innovaciones disponibles, etc. Esta entidad es nuestro principal enlace con el mundo académico.

¿Cómo se ve el futuro desde Cal Cerdà?

Con mucha incertidumbre. Siempre hemos ido muy justos económicamente, pero ya vemos que cada vez deberemos competir más contra grandes empresas de productos ecológicos. Esta competencia no será posible a nivel de precio, porque los márgenes que tenemos los pequeños productores no nos permiten. Así que debemos asociarnos a otros productores, especializarnos en alimentos concretos, intercambiarlos y hacer red: si queremos hacer la guerra cada uno por su cuenta, estamos perdidos. Pero también es muy importante que nos acerquemos más a los consumidores, que éstos nos conozcan personalmente y vean que somos proyectos locales llevados por personas reales. A diferencia de las grandes empresas, nosotros somos auténticos, estamos arraigados en el territorio y las personas pueden venir a vernos siempre que quieran. El hecho de poder comprobar de primera mano cómo se producen las verduras que te comes es una garantía de calidad y una opción que las multinacionales no ofrecen.

 

— Redacción BCN Smart Rural

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