Pilar Martínez (Cuenca, 1982) es una persona apasionada por su trabajo, con un sentido de responsabilidad y servicio que nutre profundamente todos los proyectos que lidera. Y la alimentación es precisamente su gran tema.
Ingeniera agrónoma y doctora en economía agraria, la actual coordinadora de proyectos de alimentación sostenible de la Fundación Daniel y Nina Carasso creció en Villares del Saz, un pueblo pequeño y tranquilo de la Mancha donde la agricultura ha sido siempre una de las principales actividades económicas. Rodeado de campos de almendros, cereales y girasoles, las huertas salpican el paisaje con toques de verde y rojo, los colores de los tomates y los pepinos que merendaba de pequeña en la huerta del abuelo de una amiga durante las largas tardes de verano.
Ha llovido mucho desde entonces, pero cada vez menos. Y quizá por este motivo se fue fortaleciendo su interés por impulsar un cambio en el modelo agroalimentario que tenemos. A base de estudios y proyectos de desarrollo agrario y gestión de recursos hídricos en distintos países, tomó conciencia de la necesidad de promover la transición hacia sistemas más sostenibles, que contribuyan a la mitigación y adaptación al cambio climático, proteger la biodiversidad y asegurar condiciones laborales justas para productores y consumidores. Las prácticas que hizo ocho años atrás en la Fundación Daniel y Nina Carasso le vinieron como anillo al dedo. Allí sigue, con la agenda llena y el corazón hirviendo de tantas cosas que quiere hacer.
Pilar, como coordinadora de proyectos de alimentación sostenible de la Fundación Daniel y Nina Carasso, ¿crees que los obradores compartidos son importantes para impulsar la transición hacia sistemas alimenticios más sostenibles? ¿Por qué?
Los obradores compartidos juegan un papel fundamental en la transición hacia la alimentación sostenible debido a su capacidad para fortalecer el sector de los pequeños productores agroecológicos, generando valor añadido a las producciones y evitando pérdidas alimentarias ligadas a la estacionalidad de la producción. Además, favorecen la innovación alimentaria y la oferta de productos que cumplen con todos los requisitos que impone la normativa higiénico-sanitaria, siendo una herramienta extraordinaria para articular la comercialización y mejorar la eficiencia de la gestión.
¿Qué obrador compartido te parece un caso de éxito, ya sea por su visión, su capacidad de promover sinergias y colaboraciones o su impacto?
Se me hace difícil elegir un único ejemplo, porque cada uno de los siete proyectos que apoyamos en nuestra convocatoria de Obradores Compartidos 2019 tiene factores de éxito muy inspiradores. En todos ellos, las alianzas y las colaboraciones con otros actores, públicos o privados, son fundamentales. Sí me gustaría destacar el modelo de gobernanza de VallaEcolid, la innovación alimentaria de S'Obrador, la visión de ayuda mutua productores-consumidores de la asociación Subbética Ecológica, la integración dentro de un modelo de transición agroecológica de Bedarbide, o la dinamización de los obradores de Carcaboso, La Vall y Lautadako. En septiembre publicaremos los ocho proyectos seleccionados en la convocatoria “Del Campo a la Despensa 2021”, con la que seguimos apoyando a obradores compartidos e iniciativas colectivas de distribución y logística para que puedan dar el salto de escala de la alimentación agroecológica.
¿Cómo valoras la colaboración entre pequeños productores? ¿Crees que es la clave de futuro para un cambio de modelo de producción agroalimentaria?
La colaboración entre pequeños productores es absolutamente necesaria para favorecer el salto de escalera de la producción agroecológica. Una de las claves para la transición hacia sistemas alimenticios sostenibles es el desarrollo de modelos basados en la colaboración, en lugar de la competencia, que permitan aprovechar las sinergias y mejorar la eficiencia de todos los procesos (producción, transformación, distribución, etc.). En este sentido, desde la Fundación consideramos que la economía social y solidaria es un marco excelente para conseguir un cambio de modelo alimenticio y, en definitiva, una profunda transformación social.
«La colaboración entre pequeños productores es absolutamente necesaria para favorecer el salto de escala de la producción agroecológica» Pilar Martínez
¿Qué función desempeña la Fundación Carasso en este cambio de modelo? Además de transformar la elaboración de alimentos, ¿dónde estáis centrando ahora mismo vuestros esfuerzos en temas agroalimentarios? ¿Qué actuaciones son prioritarias? ¿Qué proyecto te parece más innovador entre todos los que estáis apoyando actualmente?
Desde la Fundación Carasso acompañamos proyectos con un alto potencial de impacto social y de transformación del sistema alimentario con el fin último de construir una sociedad más ecológica, justa e inclusiva. Nuestras acciones se centran tanto en la promoción de la investigación, como en los saberes empíricos, la experimentación, la evaluación y los aprendizajes compartidos. En España, un ejemplo de proyecto innovador por su capacidad de fortalecer las iniciativas colectivas es una herramienta informática desarrollada para mejorar la gestión de la distribución y logística de food-hubs sostenibles, que está coordinada por una alianza de entidades formada por Germinando, CERAI, Fundación Entretantos e ISEC. Otro ejemplo de proyecto innovador es Chef 2030, coordinado por Comedores Ecológicos, que propone un cambio de modelo alimenticio a través del cambio de menús en la restauración colectiva. Además del trabajo en red de diferentes chefs y cocineros de colectividades, esta iniciativa propone el diseño y desarrollo de un software para la gestión de cocinas que facilitará tanto la elaboración de menús como la compra a productores locales y evaluación con indicadores.
La UE ha presentado recientemente un amplio conjunto de medidas para fomentar la agroecología en los Estados miembros. ¿Forma parte de vuestra misión y vuestros compromisos esta manera de trabajar la tierra?
Para la Fundación Daniel y Nina Carasso, la alimentación sostenible es necesariamente agroecológica y democrática. La agroecología está presente en las diferentes iniciativas que secundamos como, por ejemplo, aquellas enmarcadas en nuestra convocatoria “Sistemas Alimentarios Territorializados”, que busca promover alianzas entre entidades locales y organizaciones de la sociedad civil para el desarrollo participativo de políticas alimentarias que fomenten el cambio de modelo. A través del diseño y la implementación de estrategias alimentarias, estos proyectos contribuyen al desarrollo de acciones de distinto tipo a nivel local, tanto en el mundo urbano como rural, que permiten fortalecer el sector productor local y favorecer el acceso de los consumidores a alimentos sostenibles. También en línea con la agroecología, este año hemos lanzado Terralimenta, un programa de acompañamiento a Grupos de Acción Local (GAL) para impulsar la transición hacia sistemas alimenticios territorializados en el medio rural. Este programa ayudará a los GAL a dinamizar a los agentes de sus territorios y diseñar una hoja de ruta común para la acción, con la intención de integrar los objetivos de las estrategias europeas.
«Para la Fundación Daniel y Nina Carasso, la alimentación sostenible es necesariamente agroecológica y democrática» Pilar Martínez
En esta transición hacia sistemas alimentarios sostenibles que garanticen a la vez la disponibilidad de dietas saludables y la protección de los recursos del planeta, ¿hay que dejar de comer carne? Para la Fundación Carasso, ¿cuál es la dieta más sostenible? ¿Cómo te imaginas la ganadería del futuro?
Desde la Fundación Carasso promovemos una alimentación que cuide de las personas y el planeta. Por tanto, apoyamos modelos de producción sostenibles y justos a nivel social, que garanticen el acceso universal a la alimentación. Apostamos por modelos de ganadería extensiva, ya que éstos cuidan del medio ambiente, generan ocupación y dinamizan el medio rural. En lo que respecta a la dieta sostenible, la respuesta es compleja, porque entran en juego las diferentes dimensiones de la sostenibilidad: social, ambiental, económica y nutricional. En este sentido, confiamos mucho en la investigación y su capacidad para encontrar respuestas e identificar soluciones a los retos de nuestra sociedad. De hecho, una de las iniciativas que secundamos desde la Fundación, el think tank Alimentta, reúne a un grupo de investigadores de diversas disciplinas que están trabajando de forma conjunta para definir la dieta sostenible en el contexto mediterráneo.
«Apostamos por modelos de ganadería extensiva, ya que éstos cuidan del medio ambiente, generan empleo y dinamizan el medio rural» Pilar Martínez
La Fundación Carasso es una institución privada y lleva el nombre del hijo de los fundadores de Danone. Para el cambio de modelo alimentario del que hablamos, ¿es necesario que haya una mayor colaboración de los gobiernos y las empresas?
La Fundación Daniel y Nina Carasso es una fundación familiar creada por Marina Nahmias en honor de sus padres, Daniel Carasso, fundador de Danone en Francia y EE.UU., y su esposa, Nina Carasso. Totalmente independiente del grupo Danone, la Fundación desarrolla sus actividades en Francia y España donde acompañamos en el camino de la transición a una gran diversidad de personas y proyectos, siempre estimulando la conexión entre disciplinas y enfoques. Por su carácter transversal, la alimentación conecta a todos los sectores y actores de la sociedad. Por tanto, un cambio de modelo alimentario requiere, necesariamente, la colaboración de todos: administración pública, empresas, organizaciones, ciudadanía, etc.
«Un cambio de modelo alimenticio requiere, necesariamente, la colaboración de todos» Pilar Martínez
La fundación tiende muchos puentes, pero quizás uno de los más sorprendentes es el que une la alimentación sostenible con el arte ciudadano. ¿Qué actuaciones promovéis en este campo concreto y qué os mueve a impulsarlas? ¿Qué papel juega el arte en la transición de modelo agroalimentario?
El arte también es un elemento transformador capaz de construir espacios de colaboración y aprendizaje mutuo. Como ejemplo, la convocatoria de proyectos de Arte Ciudadano “Componer saberes para construir e imaginar futuros sostenibles” promueve la creación y/o consolidación de proyectos interdisciplinarios que incluyan artistas, científicos y ciudadanía y les inviten a abordar conjuntamente los retos socioecológicos de la sociedad.
— Lola Mayenco —