Ricard Huguet (Vilanova i la Geltrú, 1988) empezó la carrera de Filología Catalana, pero la abandonó después de dos meses porque se sintió tratado «com un clienta» y porque, en realidad, siempre había deseado dedicarse al trabajo de la tierra, un ámbito que le ilusionaba. Quería seguir los pasos de su abuelo materno. Para conseguir este objetivo, se formó en la Escuela Agraria de Manresa. Después, ganó experiencia en la bodega de Mas Martinet, en el pueblo prioratino de Gratallops. Pero el momento clave en su aprendizaje fue su estancia con Vicent Martí, un agricultor ecológico de la Huerta de Valencia con más de cuarenta años dedicados a la agroecología.
En 2011, Ricard puso en práctica todas las experiencias y conocimientos adquiridos en su propio proyecto, la Horta de les Casetes, y obtuvo la certificación del Consejo Catalán de la Producción Agraria Ecológica. Durante su trayectoria, ha utilizado la tracción animal como método para trabajar la tierra y se ha convertido en un referente en el cultivo de hortalizas ecológicas en el Garraf. Hace venta directa a domicilio y también está presente en el mercado de los sábados de Sitges, pero, pese a disfrutar del reconocimiento de su clientela, Ricard describe con cierta desesperanza el estado actual de la agricultura en Catalunya. Además, está pasando por momentos complicados en su relación con los propietarios de Les Casetes, y el acceso al agua es una gran preocupación para él. Sin embargo, confía en encontrar soluciones y superar los obstáculos para continuar con su pasión de cultivar la tierra.
¿Podrías describirnos la Horta de les Casetes y compartir cómo ha evolucionado desde sus inicios?
La Horta de les Casetes es un auténtico paraíso, una maravilla. Es un lugar muy bien situado, bonito y en el que se está muy bien. Yo vengo a trabajar a gusto y me olvido de los problemas. Hay que tener claro que la agricultura en sí misma no es el problema, sino una actividad bonita. ¡Pero no podemos hacerla romántica! No deberíamos pensar que somos el Manelic de Terra Baixa, que está en la montaña. Ya no vamos con barretina y alpargatas. Hoy en día, la realidad es diferente, pero el trabajo sigue siendo agradable. A mí me encanta. El espacio es precioso y, además, no sufrimos robos en el campo. Existe una gran diversidad de fauna y mucha biodiversidad.
Después de doce años, he logrado establecer un equilibrio muy bueno en esa tierra. Puedo permitirme el lujo de dejar que la biodiversidad vaya trabajando a su ritmo y no padezco excesivos problemas con los cultivos, ni tampoco plagas. Lo cierto es que se está muy bien.
«La Horta de les Casetes es un auténtico paraíso» Ricard Huguet
¿Cuáles eran tus sueños iniciales para la Horta de les Casetes y cuáles tienes ahora?
En un principio, pensé la huerta más con mayor presencia de mano de obra, las cosas mejor hechas, como si fuera un jardín, un espacio más bonito con más variedad de plantas y más biodiversidad. Pero no es factible, porque debería vender las verduras al doble de precio, y eso es imposible.
Actualmente, tengo una huerta adaptada a los ciclos socioeconómicos vigentes. La huerta que quería crear se enmarcaba en otro contexto. Las razones son que el valor que se da hoy a la comida y a la actividad agrícola es pequeño y existen muchos procesos que no se pueden llevar a cabo, sea por falta de recursos económicos o porque no se pueden asumir. En este sentido, es necesario trabajar los mínimos y, dentro de estos mínimos, hacerlo de la mejor manera posible. No se puede ir a máximos.
«El valor que se da hoy a la comida es pequeño» Ricard Huguet
¿Qué necesitarías exactamente para hacer realidad tu proyecto tal y como lo diseñaste al principio?
No se necesita dinero, sino voluntad. En mi caso personal, es cuestión de voluntad política. Tengo un problema muy concreto y muy situado en un sitio específico, que es la red de distribución de agua del riego del Pantano de Foix. Es un problema que todo el mundo se quita de encima y afecta a muchas fincas que se habían regado durante treinta años, pero que hoy en día no pueden ser regadas, como es el caso de la mía.
¿Cuáles son los aprendizajes más importantes que has obtenido durante los doce años de trabajo en Les Casetas, hundiendo tus manos en la tierra y escuchándola?
Una de las cosas que he aprendido es que cada tierra es un mundo, cada circunstancia es distinta y cada entorno es peculiar. También he entendido que la situación personal de un payés puede ser muy distinta a la de otro. Aunque parezca una obviedad, es importante destacarlo: no se puede generalizar. Yo llegué aquí de la Huerta de Valencia y he tenido que adaptar muchas de las ideas que traía, porque en este lugar la realidad es diferente.
«Cada tierra es un mundo, cada circunstancia es distinta y cada entorno es peculiar» Ricard Huguet
La percepción hacia el oficio de agricultor ha mejorado en comparación con la que tenía la sociedad hace sesenta años. ¿Tú has sentido ese reconocimiento al trabajo que haces?
No, no lo percibo. En nuestra sociedad, el campo hoy en día se ve como un decorado de Port Aventura o el Far West de Almería. Y esto es porque nadie se muere de hambre en este país, de momento... Pueden pasar por dificultades, pero es muy difícil morirse de hambre. Sufrimos una sequía terrible y parece que no afecta a la economía local... No se aprecia suficientemente la importancia de cultivar la tierra.
Si los productos alimenticios que cultivan los agricultores no están sometidos a las normativas de reciprocidad de la Unión Europea (UE), sino que entran dentro de los tratados de la Organización Mundial del Comercio, continuaremos viendo la llegada de productos de fuera de la UE que no cumplen ninguno de sus protocolos. Nosotros, en cambio, estamos obligados a cumplir con las normativas laborales, fitosanitarias y medioambientales. La realidad es que a Catalunya llegan judías provenientes del África subsahariana que no han sido cultivadas respetando los derechos laborales de sus productores, son vendidas a precios irrisorios y no respetan los tratados de la Unión Europea. Es una situación lamentable.
En el contexto de la crisis actual del sector agrícola en Catalunya, ¿tienes alguna propuesta para mejorar la situación?
Cuando hablamos de las dificultades de los agricultores de Catalunya, no nos referimos únicamente a un problema catalán. Es un problema europeo y del mundo occidental en general. Es un problema inherente al capitalismo y al modelo económico basado en la acumulación de riqueza, poder y medios de producción en todos los sectores. El campesinado no es ajeno a este modelo económico, ya que nosotros, como seres humanos, somos parte de esa sociedad. ¡No queremos ser mártires! Pero cada vez hay menos gente que se dedica a esa profesión. Para mejorar un poco la situación de los payeses, las leyes deberían ser iguales para todos, de modo que todos los productos que entren en la Unión Europea cumplieran los mismos requisitos.
«Para mejorar un poco la situación de los payeses, las leyes deberían ser iguales para todos, de modo que todos los productos que entren en la Unión Europea cumplieran los mismos requisitos» Ricard Huguet
¿Nos ayudas a entender mejor cómo funciona la Horta de les Casetes? Por ejemplo, ¿qué ventajas tiene cultivar en ecológico desde el inicio?
No conozco la otra agricultura, nunca la he aplicado. Desde que empecé, he optado por el cultivo ecológico y no he tenido ningún problema. Sólo he tenido alguna dificultad con los caracoles y el mildiu; pero, por lo general, todo va bien, no hay más complicaciones que esas. No entiendo por qué se utilizan tantos productos en el campo... Quizás en otros ámbitos es arriesgado trabajar en ecológico, pero con la huerta, el viñedo y el olivo no comprendo las reticencias.
Ahora bien, lo que sí dificulta las cosas es la gran cantidad de burocracia a la que estamos sometidos los payeses: es una locura. Además, dicen que van a poner en marcha una mesa de desburocratización para el sector primario, pero han introducido el cuaderno de campo digital, que es obligatorio. Llenar este cuaderno implica conectarse a Internet y actualizarlo semanalmente, sin tener en cuenta las dificultades de la brecha digital ni la realidad de las personas con mala conexión.
La burocratización nos hace perder muchas horas y requiere mucha paciencia. Debemos realizar múltiples trámites y gastar dinero en gestorías, porque hay muchas cosas no podemos hacer nosotros mismos. Creo que los agricultores deberíamos dedicarnos a cosechar, regar y realizar unos cuantos trámites esenciales, ¡pero no tantos!
«No entiendo por qué se utilizan tantos productos en el campo... Quizás en otros ámbitos es arriesgado trabajar en ecológico, pero con la huerta, el viñedo y el olivo no comprendo las reticencias» Ricard Huguet
Has ampliado la comercialización de tus productos en un mercado local, ¿verdad?
Hasta agosto del año pasado, vendía todo aquí, en la masía. La gente venía directamente al campo a comprar. Durante la pospandemia, hubo un bajón en las ventas directas. En mi caso, descendieron hasta en un 60 o 70%. La mayoría de los campesinos sufrió un descenso del 50%. Durante el 2020, la gente venía a comprar y éramos vistos como los salvadores del mundo, pero después, en la pospandemia, muchos pequeños proyectos desaparecieron.
Recientemente, gané un sorteo para una parada en el mercado de Sitges de los sábados, algo que me ha ayudado a sobrevivir. Ahora, aproximadamente el 60% de mis clientes provienen de Sitges. Antes tenía un trabajador, pero ahora hago el trabajo solo porque no puedo permitirme pagarlo. Vender casi todo en el mercado me ha salvado.
¿Qué te ha aportado trabajar la tierra en la vertiente más personal e íntima?
La agricultura me ha dado muchas cosas positivas, pero también me ha hecho perder muchos años de mi vida. Ahora haré treinta y cinco, y empecé a trabajar en el campo cuando tenía veintitrés. Creo que ningún oficio debería costar tanto debido a factores externos que no están relacionados con plantar, cosechar o regar. Es muy bonito tener una relación con la tierra y la naturaleza, pero quiero tener también vida. Estoy cansado. Esta profesión implica una capacidad de sacrificio muy grande, y no sólo por mi culpa. No son sólo las horas dedicadas a la actividad, sino también las barreras y los obstáculos. Me cuesta tener que enfrentarme a una burocracia excesiva, trámites interminables... Además, tengo muchos problemas con los propietarios de la finca y dos procesos judiciales abiertos, porque me quieren echar. Y en Cubelles, donde tengo mi propia finca, no puedo regar a causa de problemas con la tubería de agua que viene del Pantano de Foix y nadie asume la responsabilidad de arreglarla. Ni la comunidad, ni la Agencia Catalana del Agua, nadie. Dicen que son tuberías privadas, y ya te apañarás.
Ahora mismo, no puedo recomendar a nadie que se dedique a la agricultura. Sin embargo, si tienes tierras, tractores y cierta inversión y capital, quizás puedas sacar adelante tu proyecto agrícola. Pero será difícil, te lo aseguro.
Entre 1956 y 2018, la provincia de Barcelona ha perdido el 42% de las tierras de cultivo, 120.500 hectáreas. El 60% de los campos de cultivo perdidos han sido ocupados por masas boscosas y el resto han sido urbanizados. ¿Qué piensas de estos datos? ¿Crees que si no hay relevo generacional y se dejan de cultivar más fincas, supondría un agravio para la sociedad?
A la sociedad no le pasaría nada. En la comarca del Garraf, con unos 165.000 habitantes aproximadamente, solo hay cuarenta y seis payeses, según el censo agrario de 2020. De éstos, creo que solo unos seis tenemos menos de cuarenta años. ¿Qué pasaría si no cultiváramos? Nada.
En el pasado, en ésta y otras zonas había más diversificación agraria, con más horticultura, árboles frutales y algo de ganadería. Ahora todo se ha concentrado. La horticultura requiere poca mano de obra y tiene poco valor, a pesar de producir los alimentos que consume la población. Cuando se planta vid en tierras de huerta es un claro indicador de que esa tierra se considera sólo para ganar dinero y reducir los costes de producción. Se mecaniza y ya deja de ser una tierra para producir alimentos: se convierte en tierra para la producción de uva y vino. Por eso te digo que no pasa nada si no se cultiva. No se dejará de trabajar, porque siempre habrá alguien dispuesto a hacerlo, pero no se cultivarán alimentos.
Si pudieras transmitir un mensaje conciso al máximo número de personas sobre la eliminación de las injusticias en el campo y en el mundo, ¿cuál sería?
Que existe un modelo económico que nos arrastra a todos, y que ir en contra de este modelo implica una lucha muy importante que es necesario abordar de forma colectiva. Si te enfrentas a ellos en solitario y a nivel personal, corres el riesgo de convertirte en un mártir. Y los mártires sólo son reconocidos y alabados después de su muerte.
¿Piensas, pues, que es el momento de hacer agricultura de resistencia?
El payés actual trabaja en solitario, de forma aislada, y va a trabajar como si fuera a una fábrica. Se sienta en el tractor, pone en marcha la música y se dedica a gastar gasoil y a dar vueltas y vueltas antes de regresar a casa. Y luego están las grandes empresas, que tienen cientos o incluso miles de hectáreas bajo su control, y se atreven a anunciarse como campesinos. Esta realidad es lamentable, pero es la que tenemos.
Si tuvieras que dejar la tierra, ¿qué otro oficio harías?
Ésta es una pregunta que me planteo en el presente y que sé que también se están haciendo otros compañeros ahora mismo. ¿Qué haría en esta situación? La verdad es que todavía no lo sé, lo descubriré si llega el momento... Pero, en el fondo, me gusta la tierra. Me gusta mucho.
— Redacción BCN Smart Rural —