Oriol Estela, PEMB. FOTO: CEDIDA
Oriol Estela, PEMB. FOTO: CEDIDA

Oriol Estela: «Es muy difícil recuperar lo perdido»

Oriol Estela Barnet, coordinador general del Plan Estratégico Metropolitano de Barcelona (PEMB), nos explica cómo afronta la capital de Catalunya el reto de alimentar a su ciudadanía de una forma sostenible.

El economista y geógrafo Oriol Estela Barnet (Barcelona, 1969) es una de las personas clave en la estrategia de impulso de las políticas alimentarias en Barcelona y su región metropolitana. Tiene la agenda llena de frentes abiertos que no son fáciles de entender, gestionar y solucionar, y, sin embargo, siempre lo vemos con una sonrisa en la cara. Hablando con él de estos temas, parece obvio que promover la transición hacia un modelo de mayor soberanía alimentaria es mucho más que su trabajo actual: es su pasión, su ilusión y su conexión con una parte de sí mismo que no quiere perder.

Una parte que descubrió, de pequeño, en la casa de veraneo que sus padres tenían en El Vendrell. Allí, había melocotoneros y su familia todavía estalla a carcajadas recordando la avidez con la que se los comía. Él también bromea con ese inesperado asalto de la memoria. Pero lo cierto es que no olvida el deleite de sentir en sus manos la madurez aterciopelada de una fruta recién cosechada y la dulzura del zumo que le chorreaba por los labios, la barbilla y las mejillas.

Hablamos con el coordinador del Plan Estratégico Metropolitano de Barcelona de un placer muy personal que, sin embargo, tiene importantes implicaciones a nivel político, social, ambiental y económico.

 


 

Desde el Plan Estratégico Metropolitano de Barcelona (PEMB) estáis impulsando la creación de la Carta Alimentaria de la Región Metropolitana para acelerar la transición hacia un modelo de mayor soberanía alimentaria. De entre todas las actuaciones que defiende, ¿cuál sería, desde tu punto de vista, la más urgente y prioritaria?

Desde el punto de vista de la urgencia, está claro que la emergencia alimentaria que sufren muchas personas debería ser lo primero que deberíamos atender. De hecho, esto se vio en los momentos más duros del confinamiento, cuando se generó espontáneamente un movimiento de vinculación entre pequeños productores locales y vecinos de los barrios de Barcelona y el área metropolitana. Por ejemplo, yo vivo en Poblenou, y aquí, en los primeros meses del confinamiento, aparecieron cinco cooperativas de consumo nuevas, y lo hicieron porque alguien hizo un llamamiento diciendo que determinados productores del Vallès Oriental y del Maresme tenían dificultades para dar salida a sus productos. Y en el Baix Llobregat, AlterBanc actuó como una alternativa a los bancos de alimentos tradicionales apoyando a los productores ecológicos locales. Es decir, si hablamos de emergencias alimentarias, yo creo que todavía hay mucho espacio para conectar a productores locales con los colectivos que más sufren.

 

«Aún hay mucho espacio para conectar a productores locales con los colectivos que más sufren» Oriol Estela

 

Desde el punto de vista de su importancia, ¿qué actuación crees que sería especialmente clave para desarrollar un sistema alimenticio más justo, seguro, sostenible y saludable?

Me parece imprescindible que exista una política pública local relacionada con la alimentación, y éste es, precisamente, el espíritu de la Carta Alimentaria de la Región Metropolitana de Barcelona (CARM) , promovida desde el PEMB. Además de mostrar un amplio consenso en torno a la necesidad de cambiar el modelo alimentario, lo que queremos conseguir es que los entes locales entiendan que la alimentación es una aproximación fantástica para abordar muchos de los problemas de los pueblos y ciudades con una perspectiva sostenible y saludable, y, además, fortalecer la economía local. Entendemos que la alimentación es una necesidad básica y fundamental de las personas y, por tanto, nuestro objetivo sería que, después de las próximas elecciones municipales, haya muchas más concejalías de alimentación o aparezcan otras figuras políticas que compartan esta mirada sobre la alimentación.

 

«Queremos que los entes locales entiendan que la alimentación es una aproximación fantástica para abordar muchos de los problemas de los pueblos y ciudades con una perspectiva sostenible y saludable y, además, fortalecer la economía local» Oriol Estela

 

¿Qué papel deberían jugar los gobiernos locales para realizar el cambio de modelo alimentario? ¿Piensas que los sistemas agroalimentarios deben ser controlados desde el territorio, es decir, a escala local, comarcal, regional o como mucho estatal? ¿O, por el contrario, crees que las implicaciones sociales, políticas, económicas, medioambientales y culturales de los sistemas alimentarios son tan serias y profundas que requieren ser abordadas con una perspectiva global, es decir, desde organizaciones supranacionales como la Unión Europea?

Para nosotros, en el PEMB, el principio de colaboración es fundamental, y por eso estamos muy contentos de contar ahora mismo con unas setenta instituciones adheridas a la Carta Alimentaria de la Región Metropolitana , entre administraciones, empresas, centros de investigación , entidades ciudadanas, cooperativas, sindicatos de campesinos, etc. Pero lo que queremos no es sólo que la firmen y adquieran los compromisos que establece la CARM, sino que pongan sobre la mesa un proyecto que crean que puede ser trabajado conjuntamente con el resto de actores. Y lo hacemos porque lo que sobre todo queremos es tejer complicidades y promover el conocimiento mutuo. Aunque haya muchos actores trabajando en diferentes temas, si no existe una visión global y no se trabaja de forma coordinada y con objetivos compartidos, las políticas que se emprendan pueden llegar a ser, incluso, contraproducentes.

 

«Si no hay una visión global y no se trabaja de forma coordinada y con objetivos compartidos, las políticas que se emprendan pueden llegar a ser incluso contraproducentes» Oriol Estela

 

En un informe de análisis publicado recientemente en el marco de la estrategia BCN Smart Rural, hemos visto que la ciudad de Barcelona ha perdido el 98% de su superficie de cultivo en los últimos sesenta y dos años, el Barcelonès, el 98% de sus campos, y el Baix Llobregat, el 73%. Si sumamos a este hecho los efectos negativos que el cambio climático tiene sobre la producción agraria y también en el agotamiento y pérdida de calidad de los suelos agrarios, ¿piensas que los municipios que quieran garantizar la seguridad alimentaria de la población deberían promover medidas de protección de sus espacios agrarios?
Totalmente. Creo que la administración local debería instaurar medidas de protección de su territorio agrario, pero también de gestión. Lo hemos visto en el Parque Agrario del Baix Llobregat y en otros espacios similares que se han puesto en marcha: la gestión no es fácil. En mi opinión, si el fomento de los polígonos industriales supuso la creación de las áreas de promoción económica de los ayuntamientos, el fomento de los espacios agrarios protegidos también debería comportar la creación de una política pública local que se encargue de gestionar los temas agroalimentarios.

 

«El fomento de los espacios agrarios protegidos debería comportar la creación de una política pública local que se encargue de gestionar los temas agroalimentarios» Oriol Estela

 

¿Qué más crees que pueden realizar las administraciones locales para incorporar la alimentación sostenible en el día a día de sus ciudadanos?

Si hablamos de administraciones locales, la competencia urbanística es, evidentemente, muy importante, pero los ayuntamientos pueden intervenir en casi todos los eslabones de la cadena alimentaria. Sabemos, por ejemplo, que el campesinado tiene un problema de relieve generacional, y las administraciones locales pueden promover ocasiones productivas, formar y estimular a personas que quieran dedicarse al campo. También pueden articular canales de comercialización; de hecho, uno de los primeros proyectos salidos de la CARM es la creación de un Centro de Intercambio Agroecológico de Proximidad (CIAP) que pueda dar una alternativa de comercialización a los pequeños productores del territorio y que les permita colocar fácilmente sus productos en el gran mercado metropolitano. Otra cosa que pueden hacer los ayuntamientos es que los puntos de venta se impliquen más y apuesten por los productos de proximidad, y aquí el principal activo que tenemos son los mercados municipales, pero también se pueden realizar acciones de dinamización en el resto de comercios locales. Evidentemente, la compra pública de alimentos para comedores escolares u otros servicios de restauración colectiva también está en manos de los ayuntamientos, y lo mismo ocurre con la gestión de los residuos y la lucha contra el desperdicio. Las actuaciones de los ayuntamientos en los sistemas alimenticios son muy transversales y por eso me gusta insistir en la necesidad de elaborar políticas públicas desde la perspectiva de la alimentación.

 

Barcelona es este año la Capital Mundial de Alimentación Sostenible. ¿Cómo crees que será la ciudad en 2022? ¿Qué crees que habrá mejorado en la capital de Catalunya gracias a la oportunidad de reflexión y acción que ofrece este reconocimiento internacional?

Obviamente, nos gustaría poder celebrar esta capitalidad en otras circunstancias, pero aun así, en 2022 deberíamos haber conseguido dos cosas. La primera sería trasladar a propuestas concretas el cambio de modelo de alimentación que proponemos en la CARM y, por ejemplo, conseguir acercar las visiones de grandes operadores del mercado alimentario con las iniciativas de los ciudadanos. En segundo lugar, quisiéramos que crezcan y extiendan por el territorio todos los proyectos que ya se han impulsado: tenemos la clara voluntad de que perduren más allá de la capitalidad.

 

¿Cómo se pueden construir sistemas alimentarios más resilientes y sostenibles en entornos urbanos con pocos espacios verdes cultivables? ¿Eres de la opinión de que todos los ciudadanos de Barcelona y el área metropolitana deberían tener acceso a un huerto?

Sí, creo que cada vez veremos más los huertos comunitarios como equipamientos habituales de los barrios, al igual que ahora tenemos centros cívicos o polideportivos. Pero, de todos modos, no debemos basar la transformación del modelo alimentario en los huertos comunitarios: el modelo alimentario se fundamenta en la producción agrícola que hacen los campesinos y campesinas en sus campos. Por este motivo, lo que debemos hacer es identificar, proteger y gestionar la tierra productiva que todavía tenemos. Y aunque estas tierras probablemente no serán suficientes para conseguir una autosuficiencia alimentaria, cualquier ganancia que logremos en el consumo de productos de proximidad será un avance en materia de salud, sostenibilidad, etc.

 

«Debemos identificar, proteger y gestionar la tierra productiva que todavía tenemos» Oriol Estela

 

En el segundo informe de análisis BCN Smart Rural, hemos detectado que, en el conjunto del Barcelonès, el porcentaje de tierras que se cultivan de forma ecológica es del 15%, y en el Baix Llobregat, del 12%. ¿Cómo crees que podría aumentar la producción ecológica, teniendo en cuenta que la Unión Europea quiere conseguir que el 25% de las tierras agrarias de los Estados miembros sean ecológicas en 2030?

A estas alturas de la conversación, no te sorprenderá si te digo que lo que hace falta es una política pública relacionada con la alimentación. Este tema debe verse como un conjunto, porque no es cuestión de aumentar la producción de alimentos ecológicos si no hay suficiente demanda, o que aumente la demanda y no haya producción suficiente. En este sentido, creo que una de las medidas clave es hacer que este tipo de alimentos sean el máximo de accesibles y asequibles para todos. Hoy en día, si queremos consumir productos ecológicos, no los encontraremos en todas partes, y los que encontraremos no estarán al alcance de la mayoría de los bolsillos. Por tanto, la política pública debería priorizar la vinculación de toda la cadena de producción, transporte, venta y consumo: cuanto más producción ecológica haya, más gente se quiera dedicar y mejores sean los canales de comercialización de estos productos, más sencillo será lograr ese objetivo.

 

A nivel práctico, ¿qué podemos hacer quienes no somos productores de alimentos? ¿Qué papel deberíamos jugar los consumidores para gozar de un sistema alimentario más sostenible?

En la Carta Alimentaria damos mucha importancia a los decálogos, que son listas con diez actuaciones que puede realizar una familia, una administración local, una escuela o una empresa. Y nos gustaría mucho ampliar estos decálogos con otros tipos de actores y que todo el mundo pueda contribuir de una forma u otra. Para nosotros es muy importante que se entienda que la Política Pública (en mayúsculas) no es una acción que sólo puede realizar la administración, sino que podemos contribuir todos y todas.

 

«La Política Pública (en mayúsculas) no es una acción que sólo puede realizar la administración, sino que podemos contribuir todos y todas» Oriol Estela

 

¿Qué sueños de futuro tiene en el PEMB a nivel agroalimentario?

Con el Compromiso Metropolitano 2030 que ahora mismo estamos trabajando, nos planteamos alcanzar diferentes objetivos en el ámbito de la alimentación, y, por ejemplo, querríamos que un tercio de nuestra dieta pueda basarse en alimentos de proximidad en los próximos nueve años. El porcentaje exacto aún debemos pactarlo en el proceso participativo que apenas comienza, pero nuestras aspiraciones van en esta línea. Y si en vez de hablar de sueños, me dejas hablar de pesadillas, te diría que me preocupa perder lo que todavía tenemos. Como siempre nos recuerda Carolyn Steel en sus visitas, lo que nosotros tenemos ya ha desaparecido en muchos sitios y sabemos que es muy difícil recuperar lo perdido.

 

— Lola Mayenco —

Jardí comestible Green for Good. PATXI URIZ | DIPUTACIÓ DE BARCELONA
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