L'Hort d'en Dídac está ubicado en una ladera cerca del centro comercial Mataró Parc, desde donde se puede ver la capital del Maresme y, por supuesto, el mar. La familia de Dídac Valera (Mataró, 1981) lleva cuatro generaciones dedicada a la agricultura. Inicialmente, cultivaban flores, después pasaron a practicar una agricultura más industrializada y a vender al por mayor, y, desde 2010, se han concentrado en la producción ecológica certificada y la venta directa. Tienen tres campos, con una superficie total de seis hectáreas. El principal es de propiedad y los otros dos, de alquiler.
Lo primero que llama la atención sobre Dídac es su dinamismo. Lo vemos al volante de un tractor, con su pelo rizado, sin parar quieto, moviéndose de aquí para allá. Cuando lo conocemos, él y tres de sus trabajadores están sembrando líneas de calçots y ajos. Mientras planta, explica detalles de su relación con la tierra; se nota que este payés disfruta haciendo pedagogía y compartiendo los secretos y las alegrías de su oficio.
Mientras describe su ocupación, en la lengua de Dídac florecen palabras que no habíamos oído nunca, como «xaragall», el surco de tierra causado por la lluvia. En el contexto de la emergencia climática, el agua es precisamente uno de los temas delicados que abordaremos durante nuestra conversación. Sin embargo, la palabra clave será «comunidad». Dídac, optimista por naturaleza, cree en el poder transformador de las personas consumidoras. Por eso, observa con atención la realidad que le rodea e intenta mantener una actitud innovadora, una visión estratégica y la complicidad de su clientela.
Actualmente, Dídac gestiona la empresa junto a uno de sus hermanos y tienen doce trabajadores a jornada completa. Los productos que cultivan los comercializan en la agrotienda de su finca, donde también tienen un punto de venta de plantas. También están presentes en el Mercado de la Plaza de Cuba de Mataró y reparten cestas de verduras y frutas a domicilio.
Además, son miembros de la cooperativa EcoMaresme, colaboran con Hortec y participan en iniciativas agroalimentarias promovidas por el Ayuntamiento de Mataró y el Espai Agrari Cinc Sènies-Mata-Valldeix, entre otros.
Formas parte de una familia de agricultores. Pero ¿cuándo nació vuestra empresa, L'Hort d'en Dídac?
Fue en 2010 cuando iniciamos nuestro proyecto agrícola, enfocado en el servicio directo a las personas consumidoras. Vi que, después de unos cincuenta años de buenas oportunidades, la venta al por mayor se complicaba, y decidí centrarme en la venta directa, lo que ahora se conoce como “KM0” o “circuito corto”. Dicho esto, la práctica no es nueva: toda la vida ha habido casas de payés que vendían sus productos en el mercado o tenían tiendas para vender el género. La cuestión es que nosotros nos dedicábamos a la agricultura industrializada, cultivamos plantas verdes para decorar los ramos de flores y los vendíamos en el mercado Born y después en Mercabarna. Pero un buen día, hace trece años, decidí sembrar una oferta más variada. Era joven y tenía toda la vida profesional delante mío. Quise luchar y, antes de montar una tienda en el huerto, opté por enviar un correo a mis conocidos, diciéndoles que tenía productos diversos y propios, ¡y funcionó sorprendentemente bien! Este envío marcó el inicio del servicio puerta a puerta.
Para ti, conocer a las personas que te compran es crucial. ¿Por qué?
Gracias a vender directamente al consumidor, aprendo muchas cosas del oficio. Las necesidades de la clientela evolucionan a mucha velocidad y estar en contacto con ella es fundamental. Veo un gran potencial en la venta directa.
¿Podríamos decir que sientes pasión por tu comunidad y por generar un impacto positivo en tu entorno, un territorio urbano rodeado de agricultura y naturaleza?
Hemos pasado los últimos veinte o treinta años viviendo en las ciudades, pero creo que, en cierto modo, nos estamos volviendo a ruralizar. Mi trabajo está arraigado en el territorio. Y veo que los habitantes de las ciudades necesitan vivir y tocar la naturaleza. Estamos diseñados para no ser completamente civilizados; nos hace bien ir descalzos y estar en contacto con la naturaleza para reducir el estrés, evitar problemas cardíacos y salud mental. Además, muchos de nosotros comemos demasiado hidratos de carbono y tenemos estilos de vida sedentarios. Cuando la gente se dé cuenta de que no le va bien vivir en la ciudad, volverá al territorio.
«Hemos pasado los últimos veinte o treinta años viviendo en las ciudades, pero creo que, en cierto modo, nos estamos volviendo a ruralizar» Dídac Valera
A través de L'Hort d'en Dídac, ofrecéis alimentos saludables a la ciudadanía. ¿Qué modelo agrícola seguís?
Estamos realizando una agricultura más adaptada a la climatología, más tradicional y centrada en los cultivos de temporada. Cuando llueve, los campos se mojan; cuando hiela, los cultivos se congelan; y cuando hace calor, la tierra suda, se queda seca o soleada. Este enfoque es más resiliente en comparación con el de la agricultura industrializada.
La escasez de agua, especialmente en época de sequía, es uno de los grandes escollos para el sostenimiento de la agricultura en el Mediterráneo. ¿Os habéis visto afectados por esta situación cerca del mar? ¿Habéis realizado cambios para adaptaros a este nuevo escenario?
Este año ha sido muy delicado. ¡La campaña de fresa de la primavera habría sido un desastre sin las reservas de agua del verano anterior! Y para poder sobrevivir en verano, es necesario tener una estrategia hídrica. En la finca tenemos cuatro invernaderos que nos sirven para recoger agua de lluvia, y una balsa con una capacidad de dos millones y medio de litros. Si la tenemos llena en mayo, podemos sobrevivir el verano. Y el calçot, aunque lo cosecharemos en febrero, debe sembrarse en septiembre y, para que crezca bien, ¡tenemos que tener agua almacenada!
Por lo que respecta a su manejo, estamos recuperando una antigua forma de gestionar el agua en los campos. Mi abuelo es de la generación de campesinos del Maresme que dejó de ser pobre gracias a la exportación de patatas a Inglaterra. Y en esa época, él tenía viñedos, un cultivo que queremos volver a plantar para intentar adaptarnos a la escasez de agua.
Otra medida que hemos adoptado hace siete u ocho años es dejar de labrar los campos, siguiendo los principios que propone la agricultura regenerativa. Esto permite que la poca agua disponible en el subsuelo se mantenga en la tierra. También favorece la formación de un sistema de raíces y galerías subterráneas donde pueden vivir lombrices, ratones, pequeñas serpientes e insectos. Cuando llueve, estas galerías pueden absorber grandes cantidades de agua. Cuando la tierra la dejas pelada, el campo se inunda; sin embargo, si no está compactada, puede filtrar el agua. De hecho, ¡por eso cavamos traveseras! Para evitar que, si cae una tormenta por la noche, se produzcan socavones.
Todos estos son ejemplos de innovación aplicados a la finca. ¿Dónde encuentras la inspiración para la parte más creativa de tu trabajo?
La inquietud te lleva a la innovación. Yo la abordo desde una perspectiva sensorial, pero hay personas que lo hacen desde la vertiente empresarial y normativa. También es verdad que las exigencias del mercado pueden motivar los cambios, pero yo diría que la mitad de esa inquietud es de índole personal. Se trata de tener interés por desaprender y, al mismo tiempo, aprender lo que la vida te ofrece. El mercado a menudo te lleva a hacerte preguntas como: «¿Por qué no se han vendido las coles este año? ¿No eran suficientemente bonitas?». Pero si te detienes un momento a analizarlo, ves que la gente no compra coles porque ya no cocina trinxats. Actualmente, compran el plato preparado o lo comen en los restaurantes. Otro ejemplo de la importancia de observar y adaptarse a la realidad es nuestra web. Nosotros la creamos hace diez años, pero ahora la gente utiliza más los móviles para navegar. Así que el informático nos sugirió realizar una aplicación para facilitar el proceso de pedido.
¿Cuál es la tarea del campo que más te gusta?
Sembrar es uno de los trabajos que más me gusta, incluso más que cosechar. También disfruto sacando hierba de vez en cuando, porque, de pequeño, ya me dedicaba a ello. Además, es crucial saber cómo eliminarla a tiempo. Otra labor que me motiva mucho es personalizar mis herramientas de trabajo. Como soy inquieto y un poco manitas, tengo muchas ideas y me gusta pensar, por ejemplo: «¿Cómo podríamos adaptar esta herramienta de esa manera?». Ir en tractor me permite pensar e inventar. Es mi momento, un rato monótono con un ruido constante… Los días después de pasar dos horas labrando, hay cosas que empiezan a tomar forma: o bien decido abrir un garden, hacer una sala de cata o cambiar de pareja, ¡ja, ja, ja! Es un tiempo en el que puedo tomar conciencia y estar conmigo mismo. ¡Quemo calorías y no tengo que ir al gimnasio! En este trabajo, ¡hay que cuidar el cuerpo!
«Me motiva mucho personalizar mis herramientas de trabajo» Dídac Valera
Además de cuidar de la comunidad y de tu salud física y mental, también es importante cuidar a las personas con las que trabajas para garantizar su bienestar y la estabilidad de tu negocio. ¿Cómo cuidas las relaciones laborales en el día a día en la tierra?
Intentamos que haya buen rollo, porque el trabajo es duro, el frío cabrea y el calor aún más… Al final, somos un equipo. Hay campesinos que trabajan solos, pero yo lo veo complicado. Es más difícil conciliar si tienes niños y, si caes enfermo o necesitas hacer vacaciones, ¿quién vigila el huerto? El huerto debe mirarse cada día... Además, cuando estamos trabajando en el campo, hacemos asambleas. Hablamos de fútbol o de golpes de estado en África en mandinga, ¡ja, ja, ja! Y mientras charlo, intento prestar atención a los detalles: miro si hay demasiada hierba, compruebo si los campos están secos, me aseguro que todo el mundo tiene lo que necesita, etc.
¿Y cómo te cuidas tú?
¡Ja, ja, ja! Esto me lo pregunta a menudo mi mujer...
Como integrante de la cuarta generación de una familia de agricultores, ¿qué consideras esencial para garantizar el relevo en el campo?
Creo que es importante que los payeses en activo transmitan a los jóvenes un espíritu positivo y les den ánimos. Los jóvenes del primer sector necesitan oír voces optimistas y disponer de modelos de referencia que les puedan servir como ejemplo. Dicho esto, ¡la realidad en el campo es muy diversa! Hay veces que los viejos quieren imponer a los jóvenes cómo deben hacerlo y las discusiones y los conflictos que se generan no favorecen el relevo generacional... Pero también hay jóvenes que quizás no son aptos para llevar el negocio, y para ser un empresario agrícola hay que ser listo. Ahora bien, al final, el éxito del campo no depende del espíritu del agricultor, sino del comportamiento del consumidor. Las personas marcan la política agraria del país con sus decisiones de compra.
«El éxito del campo no depende del espíritu del agricultor, sino del comportamiento del consumidor» Dídac Valera
¿Tiene realmente un impacto tan significativo la decisión de las personas a título individual? ¿No prevalece el poder de las grandes corporaciones?
Si las personas consumen productos locales, fomentan que exista una economía de proximidad. En cambio, si lo compran todo en el supermercado, las grandes cadenas de distribución hacen su trabajo, es decir, se dedican a optimizar al máximo sus márgenes de beneficios, lo que a menudo implica no preocuparse por las personas ni el territorio. Los agricultores y ganaderos gestionamos el territorio y evitamos que se abandone.
Antes era muy habitual encontrar explotaciones ganaderas que estaban vinculadas a cultivos de huerta. Y todavía hoy hay muchas casas de payés en Catalunya que tienen ganado, huerta, sembrados para abastecer a los animales, etc. Esta diversificación crea actividad económica, pero también tiene un impacto positivo en el cuidado del territorio. En el pasado, se han hecho destrozos y tonterías, pero ahora estamos más concienciados y tenemos más recursos para practicar una agricultura responsable y cuidadosa. Además, las normativas actuales nos marcan lo que podemos y no podemos hacer... Hoy, un agricultor del territorio apaga incendios y conserva el paisaje para que la gente pueda disfrutarlo.
¿Te refieres sólo al campesinado que practica la agricultura ecológica o al conjunto de agricultores y agricultoras?
Hablo de todo el mundo, porque aunque las personas que realizan agricultura ecológica no utilizan ciertos productos, hace años que muchos químicos malos han sido prohibidos por el reglamento europeo. Sin embargo, vuelvo a lo que decía antes: el relevo generacional no lo estimularé yo, sino todas las bocas del país.
¿Qué puede hacer la administración para fomentar la economía local?
La administración debería tomar medidas más valientes. El modelo actual de gestión del territorio va en la dirección correcta, pero debe ser aún más atrevido y fuerte. Seguro que la administración catalana está limitada por el corsé en el que vive, pero también hay que decir que nuestras administraciones son demasiado liberales, y esto es un problema para la sostenibilidad y otras cuestiones importantes. La conservación del territorio, el ritmo slow de producción, el respeto y la conciencia hacia lo que se hace, todo esto va en la dirección opuesta a lo que el liberalismo promueve. Actualmente, el país quiere vivir de aviones que lleguen con muchos turistas y no apoya suficientemente a los sectores productivos, especialmente a la agricultura.
La agricultura es un sector productivo que a veces es olvidado o despreciado, pero el pequeño campesinado sigue siendo vital para la alimentación del mundo.
Sí, es cierto que con muy poca tierra se puede alimentar a muchas personas, pero también que hay una gran cantidad de tierras que se utilizan para producir alimentos que finalmente se tiran. Es decir, en el mundo hay gente que se muere de hambre y, a la vez, nosotros nos moriremos enterrados en el montón de alimentos que desperdiciamos y en el montón de embalajes que generamos. Esta situación está empezando a cambiar, puesto que los costes de producción de la agricultura están aumentando y los alimentos se están encareciendo. Esto puede regular el desperdicio y el desbarajuste en que vivimos.
«En el mundo hay gente que se muere de hambre y, a la vez, nosotros nos moriremos enterrados en el montón de alimentos que desperdiciamos y en el montón de embalajes que generamos» Dídac Valera
Además de la subida de precios en la comida, ¿qué cambio más has observado últimamente en el oficio?
Veo que hay muchos hortelanos de unos sesenta o setenta años, jubilados, que dedican su tiempo libre a cultivar un buen huerto. ¡Y un buen hortelano alimenta todo un bloque de viviendas! De hecho, nosotros estamos dejando de vender algunos tomates porque mucha gente ha empezado a cultivarlos. ¡Esto es un ejemplo de soberanía alimentaria y de coger la sartén por el mango! Cuando la sociedad deja de hacer una cosa y hace otra, genera un impacto bestial. Mis mejores clientes son aquellos que cultivan sus propios huertos: saben lo que cuesta criar una col y nunca discuten el precio.
«Mis mejores clientes son aquellos que cultivan sus propios huertos: saben lo que cuesta criar una col y nunca discuten el precio» Dídac Valera
Hay un proverbio africano que dice que «mucha gente pequeña en lugares pequeños haciendo cosas pequeñas cambiará el mundo». ¿Crees que vives una vida que marca la diferencia?
En términos cualitativos, considero que tengo una buena vida, porque mi trabajo me permite tener acceso a muchas cosas positivas para mi organismo y mi mente. Sin embargo, también es verdad que padezco los efectos de ser una persona trabajadora con estrés, un fenómeno cada vez más común en la sociedad. Pero estoy tratando de remediarlo, para evitar que me pase factura. Mi oficio implica muchas horas de dedicación, lo que puede ser una carga para las personas que te rodean: las compañeras se cansan de ti, los niños te ven poco, etc. Por eso, es importante comunicarse de manera efectiva, comprender a los demás y, de vez en cuando, saber decir: «Ya lo haré mañana».
¿Hay algún proyecto emocionante a punto de hacerse realidad en L'Hort d'en Dídac?
Hay parte de mi trabajo que implica hacer realidad sueños que tengo desde pequeño. Una vez, mi padre me preguntó qué quería ser de mayor, y yo le respondí que quería tener un restaurante. Después, he sido un catacaldos y he seguido diferentes caminos profesionales; incluso trabajé como camarero en algún momento… ¡Pero ahora estoy a punto de hacer realidad mi sueño! Cuando tienes tu propio negocio, tienes la libertad de probar lo que te apetezca, y mi hermano y yo nos complementamos bien: yo soy el que crea y él es más normativo. Soy instintivo y voy haciendo, incluso si esto significa equivocarme de vez en cuando. También hay una parte de ego que debo aprender a gestionar, porque a veces me da malas pasadas.
«Hay parte de mi trabajo que implica hacer realidad sueños que tengo desde pequeño» Dídac Valera
¿Quieres decir que abriréis un restaurante en L'Hort d'en Dídac?
No un restaurante convencional, sino más bien una sala de degustación, donde las personas puedan sentarse y disfrutar de los productos que cultivamos. Imagínate comerte un tomate que hemos cosechado aquí mismo, puesto directamente en el plato y bien aliñado... ¡De hecho, si cultivamos calçots es por accidente, porque ¡el objetivo real era organizar calçotades! Queríamos aprovechar la temporada de calçots para organizar encuentros entre comunidad y agricultores y ofrecer a nuestra clientela una experiencia auténtica. Pero ahora queremos dar un paso adelante y abrir una sala de cata en nuestra finca. En ese sentido, me inspiro en las iniciativas de enoturismo, una de las experiencias vivenciales más populares y efectivas del país. Las bodegas vienen muchos litros de vino gracias a esta práctica. Como agricultores, queremos replicar este modelo. En L'Hort d'en Dídac, las personas podrán vivir cosas nuevas y comer nuestros productos.
Hoy en día, mucha gente ya no cocina en casa: los abuelos están hartos y los padres no tienen tiempo. Y si la verdura es ecológica, algunas personas se quejan porque tiene lombrices o tierra, ¡ja, ja, ja! Entre unas cosas y otras, estamos perdiendo cuota de mercado, así que es esencial recuperar clientela y comprender lo que le gusta hacer. Y de la pandemia hacia aquí, hemos notado que todo el mundo prefiere ir a restaurantes en vez de comer en casa.
¿Cómo resumirías tu opinión sobre el sistema alimentario y la agricultura?
El consumidor es lo que hace política y la administración debe ser más valiente en el despliegue de políticas más trascendentes para conservar el territorio y proteger a los pequeños agricultores. Entiendo que las grandes compañías sean importantes para un gobierno, pero en Catalunya el binomio entre los actores grandes y pequeños no está suficientemente equilibrado: las grandes empresas tienen muchas herramientas para desplazar a las pequeñas y dominar el mercado. Al pequeño campesinado se nos ofrece alguna campañita o se nos guiña el ojo, pero son gestos simbólicos que no implican un apoyo real para la mejora de la economía y el relevo generacional en el sector primario. Aún no se hace lo suficiente para proteger a las pequeñas empresas.
— Redacción BCN Smart Rural —