Adela Martínez (Valladolid, 1975) lanzó el proyecto Huertos in the Sky en 2018 con el propósito de revitalizar las azoteas de Barcelona, transformándolas en huertos urbanos sostenibles. Ingeniera de telecomunicaciones, ha desarrollado la mayor parte de su carrera en el sector tecnológico. Tras vivir durante doce años en Inglaterra, trabajando para diversas multinacionales, decidió mudarse a Barcelona en 2012 y establecerse en el barrio de la Barceloneta, donde sigue residiendo. Actualmente trabaja como freelance, lo que le permite dedicar parte de su tiempo a embellecer las azoteas de la ciudad y motivar a las personas a cultivar en ellas.
Su familia es originaria de un pequeño pueblo de León, donde siempre han mantenido una huerta para consumo propio. Además, su abuelo fue pastor. A pesar de ello, Adela nunca mostró gran interés por la agricultura o la ganadería en su juventud. Apenas recuerda cuando ayudaba a sus abuelos a regar y el sonido de la noria extrayendo agua en aquellos tiempos. Curiosamente, fue desde la terraza de su piso en alquiler en Barcelona donde despertó en ella la necesidad de tener plantas y cultivar sus propios alimentos.
Un día, Adela se dio cuenta del desaprovechamiento de las azoteas, y le sorprendió descubrir que, al alquilar un piso en la ciudad, no suelen entregar las llaves para acceder a ellas, bajo el pretexto de que están ocupadas por antenas de televisión y aparatos de aire acondicionado. También notó la escasez de zonas verdes por habitante en Barcelona y se informó sobre el asunto: «Barcelona solo tiene unos seis metros cuadrados de zona verde por persona, sin contar Collserola, y si incluimos la montaña, la cifra sube a once. La ciudad está muy densamente poblada y no dispone de suficiente espacio verde».
«Cuando me di cuenta de la cantidad de azoteas sin uso, comencé a investigar la historia de Barcelona. Me explicaron que, en el pasado, las comunidades de vecinos utilizaban las azoteas para celebrar la fiesta de Sant Joan, por ejemplo. También se usaban para lavar y tender la ropa. Estos usos se han perdido, y casi nadie sube ya a ellas», comenta Adela.
«Barcelona está muy densamente poblada y no dispone de suficiente espacio verde» Adela Martínez
Adela recopiló información y concluyó que cerca del 70% de las azoteas de la ciudad son planas y podrían aprovecharse para realizar alguna actividad «verde y bonita». Comenzó a investigar proyectos similares en otros países y descubrió la BBrooklyn Grange Farm de Nueva York. «Ellos empezaron con una granja enorme de 4.000 metros cuadrados, y ahora ya tienen tres. Pensé que, si allí lo han conseguido, aquí también podríamos hacerlo, aunque a menor escala y en espacios más reducidos, porque en Barcelona hay muchas azoteas con superficie plana», comenta.
Según Adela, el barrio de Poblenou sería ideal para desarrollar huertos productivos en las azoteas, al igual que en Brooklyn. Sin embargo, se encontró con un obstáculo: «En Barcelona no está permitido cultivar en la ciudad ni vender los alimentos que se producen, ya que se considera suelo urbano», lamenta. Aun así, decidió seguir adelante con su iniciativa.
El nacimiento de Huertos in the Sky
En 2018, el Ayuntamiento de Barcelona lanzó una convocatoria para impulsar proyectos a través de una campaña de matchfunding en colaboración con la plataforma Goteo y Barcelona Activa. «Por cada euro que aportabas, ellos ponían otro. No lo pensé dos veces y presenté la idea de crear un huerto urbano en una azotea. Aunque aún no tenía ni el nombre, mezclando una palabra en inglés y otra en castellano, y asociando el cielo con el huerto, surgió Huertos in the Sky. Un buen mix personal», recuerda Adela.
Alcanzó el objetivo de financiación y comenzó a buscar un espacio donde cultivar su primer huerto. Finalmente, encontró la azotea donde estamos realizando la entrevista, que pertenece al edificio vecino al suyo, situado sobre un restaurante que descubrió al llegar al barrio de la Barceloneta.
Primero contactó con el dueño del restaurante, quien le facilitó el contacto del propietario del edificio. «Tuve la suerte de dar con una persona muy innovadora. Él no vive aquí, pero la finca pertenecía a sus abuelos y, de hecho, en la entrada hay una placa que explica que el edificio ha pasado de generación en generación. Le pareció una idea fantástica, siempre que la azotea no se derrumbara», dice riendo. Adela paga un pequeño alquiler, que además permite al propietario obtener algún beneficio.
En la azotea, hay 47 metros cuadrados dedicados al huerto, de un total de 155. Allí crecen una gran variedad de plantas, como aromáticas, caléndulas, coles, lechugas, pimientos, cebollas, zanahorias, fresas, y tomates, entre otras. Sin duda, es la azotea más colorida que se puede observar a esa altura. «Aquí puedes plantar y también comer. A menudo olvidamos que, en cualquier espacio, por pequeño que sea, se puede cultivar», afirma con entusiasmo.
«A menudo olvidamos que, en cualquier espacio, por pequeño que sea, se puede cultivar» Adela Martínez
Adela nos explica que existen muchas maneras de aprovechar el espacio, y ella lo ha demostrado. En el primer año logró una producción de más de 300 kilos de verduras, a pesar de no hacer un uso intensivo de la azotea, es decir, sin utilizar todo el espacio disponible para el cultivo. «Esto no significa que tengas que dejar de comprar en el supermercado, en la tienda o en el mercado. Hay productos que seguirás necesitando adquirir», comenta. «Es importante ser consciente de lo que compramos, saber si es de temporada, pensar en el origen de los alimentos y ver si puedes encontrar algún agricultor de proximidad. Además, empiezas a valorar más lo que comes y dónde lo compras».
Según la hortelana urbana, si todo el mundo tuviera esta conciencia, buscaría a agricultores de proximidad, cestas de verduras del barrio o cooperativas cercanas. «Mucha gente acude al supermercado porque es muy cómodo o porque tal vez no sabe dónde encontrar otras opciones. Pero, si te organizas un poco, la comida de proximidad no es tan complicada de conseguir. Además, muchos campesinos están facilitando el proceso de compra a través de pedidos online, entre otras cosas. Dicho esto, creo que, cuando empiezas a plantar, ya no hay vuelta atrás».
Germinar conocimiento
Impulsada por su creciente pasión, en 2021 Adela comenzó a mapear los colectivos que promovían la agricultura urbana en Barcelona de diversas maneras. Descubrió un proyecto de hidroponía, que consiste en la recirculación de agua con nutrientes, y el proyecto Green in Blue, que ha abierto una granja acuapónica cerca de Barcelona. «Los peces fertilizan el agua que las plantas absorben a través de las raíces», explica. «En estos tiempos de preocupante sequía, estas formas de cultivo, orientadas a la producción de alimentos, son más importantes que nunca», afirma. Junto a estos colectivos y otros relacionados con cubiertas verdes y paisajismo, presentaron una propuesta al Ayuntamiento para modificar la ley que prohíbe la venta de alimentos cultivados en suelo urbano. Así nació Replantem, una asociación formada por 23 socios fundadores cuyo objetivo es promover la agricultura y el verde urbano.
Durante el primer año de Huertos in the Sky, Adela organizó jornadas de puertas abiertas que atrajeron a cerca de doscientas personas. Está contenta de haber aportado su granito de arena al compartir conocimiento con los demás. «Poner las manos en la tierra y observar los ciclos de las plantas es el mejor regalo de Huertos in the Sky», destaca. Adela confiesa que no sabía que una lechuga se transformaba en una flor y comparte varias anécdotas que ilustran el nivel de desconexión que tenemos con los alimentos. «En una ocasión, unos visitantes me preguntaron dónde estaban las zanahorias. No sabían que crecen bajo tierra y pensaban que las verían colgando». En otra ocasión, una niña de cinco años visitó el huerto con sus padres y empezó a cosechar y comer fresas. «Su madre me comentó que la niña nunca había probado fresas, aunque siempre se las ponía en el plato. Pero al ver de dónde venían, decidió probarlas por sí misma».
«Poner las manos en la tierra y observar los ciclos de las plantas es el mejor regalo de Huertos in the Sky» Adela Martínez
Una de las dificultades para convertir su vínculo con los huertos en un trabajo sostenible es la incertidumbre. Después de cuatro años dedicados al proyecto, Adela no puede vivir de Huertos in the Sky. Ser emprendedora y autónoma, y por tanto dejar de trabajar para una empresa, le ha generado cierta inestabilidad. Actualmente es freelance y combina el proyecto de los huertos en azoteas con encargos relacionados con la tecnología. «No puedo dedicarme exclusivamente a Huertos in the Sky y sus ramificaciones, pero sigo adelante, aceptando la incertidumbre, aunque constantemente me asaltan dudas y pienso en abandonar. Sé que, trabajando en una empresa, ganaría un buen sueldo… También me pregunto cómo podré seguir promoviendo los huertos urbanos si hay sequía y restricciones de agua. Pero, claro, también necesitamos más verde para que llueva… Al final, siempre ocurre algo que me recuerda que debo seguir. El simple hecho de subir a este huerto, contemplarlo y cuidarlo me da fuerzas para continuar y contribuir a que estas cosas sucedan».
La hortelana no solo persevera, sino que está constantemente generando nuevas ideas. Ahora, por ejemplo, quiere transformar los interiores de las manzanas del barrio del Eixample en espacios de cultivo de alimentos, pues cree que esta iniciativa sería una gran oportunidad para concienciar a las personas sobre lo que comen y cómo lo hacen. «Ildefons Cerdà concibió las islas del Eixample como jardines para las comunidades de vecinos, pero muchas se han convertido en techos de aparcamientos privados, y contactar con los propietarios no es fácil. De las cuatrocientas islas que hay en Barcelona, solo setenta han sido recuperadas por el Ayuntamiento», explica.
«Ildefons Cerdà concibió las islas del Eixample como jardines para las comunidades de vecinos, pero muchas se han convertido en techos de aparcamientos privados, y contactar con los propietarios no es fácil» Adela Martínez
Conectar con la naturaleza
Si Adela pudiera compartir una habilidad con muchas personas a la vez, sería la de plantar: «Hay que poner una semilla, regarla, añadir un poco de tierra... La gente debería intentarlo en casa, en pequeñas macetas. No hace falta tener una gran terraza, se puede hacer en un balcón. Creo que es fundamental enseñar al menos las técnicas básicas para cultivar nuestra propia comida y guardar semillas por si algún día fueran necesarias». Asegura que es crucial contar con un kit de supervivencia para el cultivo, al igual que tenemos un botiquín de primeros auxilios.
Una de las cosas que más destaca de Barcelona, en su opinión, es la cantidad de colegios que tienen huertos urbanos, aunque suelen ser solo en las escuelas primarias. Adela lamenta que los huertos se perciban como una actividad solo para niños, abuelos o personas jubiladas. «Cuando llegas a institutos y universidades, todo esto se pierde y nadie cultiva», añade. Para contrarrestar esta tendencia, está implementando Green Clubs en empresas, con el objetivo de mantener el interés por los huertos. El procedimiento es simple: construyen un huerto en la azotea de la empresa con varias mesas de cultivo y plantan. Además, cada mes organizan talleres para los miembros del Green Club, donde siembran y cosechan, y los empleados visitan la azotea con mucho más entusiasmo. «Damos charlas sobre nutrición, invitamos a expertos y plantamos. Es decir, invitamos a todos a ensuciarse las manos y aprender al mismo tiempo».
En el plano personal, la experiencia con Huertos in the Sky ha permitido a Adela profundizar en su conocimiento sobre los alimentos que consume, entender mejor qué frutas y verduras están en temporada y tomar mayor conciencia sobre el suelo y su adecuada nutrición. «Dicen que los microorganismos presentes en el suelo son como los intestinos de las plantas, y que el bioma del suelo es muy parecido a nuestro bioma intestinal. De hecho, se están realizando estudios sobre esta relación», explica.
Una de las cosas que más fascina a Adela es la capacidad de las plantas para comunicarse entre sí y cómo los micelios subterráneos transmiten información entre los árboles y las plantas vecinas. «Si un tomate necesita nutrientes, informa a los microorganismos del suelo que, a cambio del azúcar que produce durante la fotosíntesis, le vendría bien recibir nitrógeno y fósforo, porque se siente algo débil… Y los microorganismos buscan esos nutrientes y los entregan al tomate a través de sus raíces. La capacidad de una semilla para germinar, convertirse en planta, florecer, dar fruto, volver a ser semilla y repetir este ciclo una y otra vez es sencillamente fascinante», concluye.
Cada día, Adela visita el huerto de la Barceloneta para realizar las tareas necesarias, pero también para disfrutar de su espacio de paz, meditación y creación. «Hay días en los que me siento enfadada con el mundo y, cuando subo al huerto, todo eso desaparece. ¿Cómo puedes sentirte mal en un entorno así? Tocar la tierra es beneficioso para la salud mental, emocional y física, como lo demuestran los estudios sobre horticultura terapéutica».
«Hay días en los que me siento enfadada con el mundo y, cuando subo al huerto, todo eso desaparece. ¿Cómo puedes sentirte mal en un entorno así? » Adela Martínez
Para esta apasionada de la agricultura urbana, Huertos in the Sky es mucho más que un proyecto de horticultura en las azoteas de la ciudad: es una oportunidad para conectar con la naturaleza, aprender sobre el ciclo de la vida y descubrir el poder transformador de las plantas. Su pasión por una alimentación saludable y sostenible es más fuerte que nunca, y quiere seguir compartiendo esa emoción con los demás. Con su determinación y entusiasmo, Adela nos inspira a sumarnos a la revolución verde.
— Redacción BCN Smart Rural —